domingo, 15 de julio de 2018

Tradición y progreso en educación (XVI): de la 'Revolución educativa' en nuestro país



Desde hace unos años, se viene diciendo que, en Cataluña, estemos en una nueva "revolución educativa" con, entre otras cosas, la implementación de reformas como la de la enseñanza por competencias. El año pasado, por ejemplo, se cambió el sistema de calificación de primaria a uno nuevo por competencias y, de cara al curso que viene, esta medida se extenderá a la educación secundaria (lo comenté en este artículo).

Esto supondrá que se extienda a secundaria la evaluación de las áreas curriculares siguiendo el complicado sistema de áreas, dimensiones, subdimensiones... que ya ideó nuestro Departament d'Ensenyament para primaria. Desaparecerán las notas numéricas y se tendrán que expresar los resultados siguiendo la nueva nomenclatura: Logro excelente, notable, satisfactorio o no-logro (AE, AN, AS, NA en catalán).

Como ya he comentado otras veces en el blog, uno de los problemas de esta nueva corriente pedagógica es que se centra en el saber hacer pero no el conocer; por ejemplo, hace que pierdan importancia las asignaturas que ayudan al alumno a configurar su saber como la historia, la filosofía... En el área de conocimiento del medio, por ejemplo, se pasan a evaluar subdimensiones como 'mundo actual', 'salud y equilibrio personal', 'tecnología', 'ciudadanía'. Aquí, ¿Dónde queda el conocimiento de la historia del propio país y del mundo? ¿Y de la geografía del lugar en el que vivimos? ¿Y el conocimiento de lo que determina un ser vivo? Por poner un ejemplo...

Uno de los principales problemas es que dejan de evaluarse conocimientos y pasan a considerarse actitudes y comportamientos de los estudiantes. Si los conocimientos no se evalúan, estos quedan devaluados, en favor de unas competencias que, en muchos casos, son subjetivas. No digo que no haya que valorar el grado de transferencia de los aprendizajes que se llevan a cabo en el colegio, y el si los alumnos son capaces de aplicarlos a otras situaciones, pero esto ya debería de formar parte del grado de dominio de cada una de las áreas. 

Me sorprende también que no nos demos cuenta del utilitarismo que hay detrás de estos planteamientos. ¿La educación ha de servir solo para preparar para unas competencias que han determinado como útiles para el mundo laboral? ¿O ha de servir para algo más? Yo creo que la educación tiene que capacitar al hombre para conocer y hacer suyo todo el rico acervo que conforma la tradición cultural, filosófica, científica, histórica... Para ayudarlo a situarse en el tiempo y en el momento que vive. Y no veo que el modelo competencial vaya en esta línea. Paradójicamente, para ser creativos necesitamos un amplio abanico de conocimientos, de experiencias...

Luego, ¿por qué esa alergia a que el alumno sepa su media numérica en la evaluación de las asignaturas? Entiendo que en primaria no tenga por qué saberla, al menos en los cursos inferiores, pero... ¿en secundaria? Es que se confunden calificación y evaluación. Las notas numéricas nos sirven para situarnos con respecto al grupo, al grupo con respecto a la escuela, a la escuela con respecto a las demás escuelas... Y no son un problema. Valoran con cierta objetividad el grado de dominio de un tema para situaciones en que la selección, el corte... son necesarios. ¿Preferimos que los futuros médicos sean seleccionados por una entrevista que valore su grado de empatía y colaboración (aunque hayan aprobado de forma raspada) o por unas pruebas exigentes? Sé que las pruebas no siempre serán suficientes y que habrá una pequeña minoría que aunque destaquen académicamente les falten otras habilidades, pero aun así me parece el mejor sistema. Yo empezaría por las pruebas y luego ya valoraría el grado de empatía...

Además, que haya calificaciones numérica no implica que no demos importancia a la evaluación para el aprendizaje, formativa. Por ello, me parece una excusa mala que se cambie la forma de calificar para 'implementar el sistema por competencias'.

Luego, me sorprendió leer este artículo en el Diari Ara en el que se criticaban las pruebas PAP (pruebas de aptitud pedagógica; os invito a que les echéis un vistazo, el nivel es de secundaria). De los 3.238 estudiantes que se presentaron, solo las aprobaron el 59% (4 de cada 10 las suspendieron). El director adjunto de Escola Nova 21, Boris Mir, era el que se encargaba de criticarlas diciendo que eran demasiado académicas y evitaban que personas con 'vocación' pudieran acceder a los estudios. ¿Cómo? Como un diario serio escribe esto... ¡Pero si son pruebas de mínimos! ¿Por qué se nos trata así a los maestros? ¿Defendaríamos que para ser piloto de avión fuera suficiente solo con la 'vocación' (aunque no viéramos 3 en un burro o no supiéramos prácticamente leer)? ¿Seguros? Igual que queremos médicos o pilotos preparados, los maestros también tienen que estarlo. No basta con la 'vocación'.

Por esto me hace gracia cuando oigo hablar de la 'revolución educativa' en Cataluña. Si me parece que no sabemos hacia dónde vamos, incluso más que en el resto de España. Leía también hace poco en un artículo de Gerard Romo lo siguiente, sobre las pruebas de 4º de ESO:

"Los alumnos de 16 años catalanes realizaron el mes pasado las pruebas de Competencias Básicas. Y su máximo responsable, el Sr. Joan Mateo Andrés, doctor en pedagogía, con un sueldo de 80000 euros, decidió considerarlas superadas con sólo 2.5 puntos. Gracias a ello, "sólo" las suspenden un 14% del alumnado.  Porque el 37% del alumnado está por debajo del 5, y no es aceptable semejante nivel de fracaso escolar.


¿Y porqué no es aceptable? Porque nos comparamos con España. Porque siempre nos comparamos con España. Porque estamos obsesionados con España. Porque si nosotros hacemos trampas, ellos harán más trampas que nosotros, y para eso tenemos nuestro propio sistema de evaluación del sistema educativo, con nuestro propio máximo responsable, con su sueldazo de 80000 euros anuales, ¡Para hacer nosotros más trampas que ellos! para poner el suficiente en el 2.5 y decir que sólo el 14% de nuestros alumnos no las superan. El 37% no, sólo el 14. Qué cutre todo, qué poco griego."


Me preocupa sinceramente que esto pueda ser cierto, y tengo la sensación de que esto pasa con muchos otros aspectos. Otro ejemplo: desde hace 4 años se estaba haciendo una prueba de evaluación diagnóstica de lenguas y matemáticas al acabar 3º. Llevábamos ya 4 años haciéndola y empezaba ya a servir para tener una cierta muestra de resultados, ver qué se podía cambiar... ahora, sin embargo, el Departament decide cambiarla por otra que hará al final de 2º después de un año de pruebas.  ¿Por qué este cambio ahora? Y me acaba de llegar que el gobierno central quiere reintroducir otra al acabar 4º... Por favor, ¿pueden ponerse de acuerdo? Estoy a favor de las pruebas de evaluación diagnóstica, pero lo que nuestro sistema educativo necesita de forma cada vez más urgente es algo de estabilidad y que dejemos de optar por ideas peregrinas cada 4 años.

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