jueves, 22 de junio de 2017

Sobre la psicología cognitiva (V): La memoria a largo plazo



Después de los artículos en que se habló sobre la memoria de trabajo y la teoría de la carga cognitiva, toca hablar de la memoria a largo plazo, que está profundamente unida a las dos anteriores. La memoria a largo plazo es una facultad que es fundamental para el aprendizaje porque, aquello que no queda en la memoria, no se ha aprendido. Como he comentado en los últimos artículos, los planteamientos que oponen la memoria a habilidades procedimentales como el pensamiento, la colaboración, la resolución de problemas... Desconocen el funcionamiento real de la cognición humana.

La memoria a largo plazo es fundamental para el desarrollo de las diversas habilidades formales. Solo aquel que conoce y tiene en su memoria los diversos conocimientos de ciencias, de historia, de cómo se trabaja en equipo, de los pasos para resolver un problema... Puede ser capaz de pensar de forma crítica, de comparar y contrastar dos conceptos o de imaginarse una solución diferente.

Para ello, se hace necesario reivindicar el valor de la memoria a largo plazo, y entender el papel que juega su relación con la memoria de trabajo. Cuantos más conceptos, procedimientos... conocemos, más capaces somos de pensar, de imaginar, de crear... Los psicólogos cognitivos tienden a dividir la memoria a largo plazo en dos categorías:

- Memoria declarativa, que es la que nos permite recordar y reconocer de forma explícita y consciente ideas, conceptos... aprendidos. Dentro de la memoria declarativa podemos distinguir la memoria semántica y la memoria episódica.

La memoria semántica es la que nos permite recordar hechos, significados, conceptos... independientemente del lugar y del momento en que fueron aprendidos. Es como una gran red, que se va construyendo de forma progresiva a medida que se profundiza en el aprendizaje. La memoria episódica, en cambio, es la que nos permite reconstruir eventos de nuestras vida con referencia al tiempo, al espacio y a las emociones vividas en esos momentos concretos. 

Ambos tipos de memoria están profundamente relacionados. Habitualmente, los recuerdos de la memoria semántica, nacen de la memoria episódica, de una situación concreta de aprendizaje que tiene lugar en el aula. A partir de la práctica repetida y de la profundización, estos recuerdos pasan de la memoria episódica a la semántica.

- Memoria no declarativa, que podemos recordar sin ser conscientes de ello. De esta, la parte que es quizás más importante para los educadores son las habilidades procedimentales, de cómo se hacen las cosas: la descodificación, las operaciones básicas, el cómo tocar un instrumento, el aprender a resolver problemas... 

Son procedimientos que, inicialmente, para ser aprendidos, requieren ser divididos en pequeños pasos. Una vez que se dominan, se automatizan y son llevados a cabo de forma automatizada inconscientemente, lo que permite liberar nuestra memoria de trabajo y focalizarnos en otros aspectos. Es lo que pasa, por ejemplo, con la lectura. Cuando se empieza a aprender a leer, lo fundamental es desarrollar una buena conciencia fonológica y aprender a descodificar. Una vez que estos dos aspectos se dominan, se puede pasar ya a trabajar otros objetivos de la lectura: el vocabulario, las estrategias de lectura...



¿Y cómo podemos aplicar esto al aula?

1. En primer lugar, es importante tener claro que la memoria procedimental es de gran ayuda para los aprendizajes futuros. Cuando se automatizan habilidades como la descodificación, la escritura de textos, el cálculo mental básico... Eso permite liberar la memoria de trabajo de nuestros alumnos para centrarse en otros aprendizajes. Estas habilidades procedimentales es muy importante dividirlas en pequeños pasos hasta que se dominan.

2. La repetición es de gran ayuda para la memoria procedimental: el repetir el trabajo de habilidades de cálculo, de cómo se leen las palabras... En cambio no lo es tanto para dominar los conocimientos relacionados con la memoria semántica, ya que no facilitarán siempre tomar conciencia de lo que se repite.

3. La memoria semántica parte de la memoria episódica. Esto se puede aprovechar utilizando la narración de historias o las estructuras narrativas en las secuencias de aprendizaje.

4. Los estudiantes acostumbran a olvidar la mayor parte de las clases que se imparten en un día. Esto no significa sin embargo que en clase se haya perdido el tiempo. Una vez que se ha olvidado parte de lo aprendido, se aprende cada vez más rápido cuando se vuelve a trabajar, y se mantiene durante períodos más largo de tiempo. Por eso son fundamentales la práctica espaciada y repetida de los diversos aprendizajes. Hay que pensar en cómo consolidar lo que se aprende en espacios largos de tiempo.

5. Los conocimientos previos son de gran ayuda para los nuevos aprendizajes, ya que liberan la memoria de trabajo. Cuando se aprendan conceptos nuevos que 'rompan' ideas equivocadas previas (de ciencias, de mates...) será importante trabajarlos de diversas formas que permitan que pasen a nuestra memoria semántica.

6. Tenemos que tener cuidado con las actividades que planteamos. Si presentamos demasiada información a la vez por demasiados canales (por ejemplo, una explicación verbal con texto) de temas que todavía no están en la memoria a largo plazo, es muy posible que provoquemos una sobrecarga cognitiva que impida que el alumno aprenda lo que se trabaja. El grado de dominio y de conocimiento es fundamental. Lo mismo pasa con metodologías como el trabajo por proyectos; la falta de dominio y de conocimiento de los conceptos fundamentales puede impedir que estos puedan centrarse en la resolución de los problemas, cuestiones... planteados por el proyecto. Por eso, el uso de estos de forma generalizada y con estudiantes noveles no es aconsejable.


Fuente: 
- Didau, D. and Rose, N. (2016). What every teacher needs to know about ... psychology. 1st ed. Woodbridge: John Catt Educational limited.


No hay comentarios: