domingo, 9 de agosto de 2020

El valor del libro en papel (2)

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El último artículo que publiqué fue hace unas cuantas semanas sobre los primeros capítulos del libro de Roberto Casati 'Elogio del papel: contra el colonialismo digital' que, por aquel entonces, había empezado a leer y que me estaba gustando mucho. Lo acabé y hoy me gustaría acabar de considerar el valor del libro en papel, centrándome específicamente en los libros de texto y añadiendo algunas reflexiones y fragmentos del libro de Casati.

Una de las tendencias que vemos en el ámbito educativo en los últimos años es a la sustitución de los libros de texto en papel por libros en formato digital. Esta medida me parece que se suele tomar con poca reflexión previa sobre lo que comportan el libro en papel y el libro digital y las características que tiene cada uno.

En el último post, destaqué algunas de las características fundamentales que tiene el libro en papel de las cuales no disfruta el libro digital:

1ª El libro en papel tiene un formato cognitivo perfecto. ¿Por qué? Porque solo permite llevar a cabo una tarea. Aunque pueda parecer paradójico, esta es una gran virtud, porque facilita el trabajo de la concentración y de la atención sostenida. Los Kindle, Chromebooks, tablets... permiten hacer muchas otras cosas más, y esto es algo que no facilita la concentración. Yo mismo, ahora, mientras escribo este post, tengo las notificaciones que me llegan, el reproductor de música, los enlaces a las redes sociales... que he de confesar que me distraen en ocasiones. En este sentido, afirma Casati:

"¿Y en un contexto escolar? Trataría simplemente de evitar cualquier forma de intrusión del multitasking, fuese cual fuese. Los estudiantes tienen que poder trabajar sin distracciones, y el profesor necesita la atención de sus alumnos para saber si lo que está haciendo es correcto. [...] Habría que defender los espacios protegidos de que dispone la escuela y resistirse a la introducción incondicional de instrumentos que favorecen el multitasking [...]. Precisamente porque los colegiales y los estudiantes tienen tras de sí miles de horas de videojuegos y de televisión en el mundo extraescolar, debemos adoptar una posición prudente y responsable a la hora de decidir si permitimos o no que las tecnologías colonicen también el tiempo escolar." (Casati 2015:115)

2ª La estructura del libro en papel es lineal. Esto ayuda a los alumnos a situarse; y el hecho de que sea físico, aún más. Existen la sensación, la angustia de perderse digitalmente (es algo que he visto en algunos alumnos cuando han de confiar solamente en un formato digital): ¿no os ha pasado esa sensación de no saber dónde están las cosas en el Drive? Esto es algo que me pasa a mí mismo, por ejemplo, con los estudios universitarios que llevo a cabo a distancia. Llevo ya varios años y considero que tengo cierto grado de pericia, pero todavía me suele pasar que hay veces en las que no encuentro algo en los campos virtuales. Y también, siempre que puedo, me imprimo los materiales.

Luego, vienen la debilidad de los argumentos que se suelen utilizar para justificar el cambio de los libros en papel por los libros digitales. Estos son algunos.

a) Uno argumento típico es que 'son el futuro'. ¿Estamos seguros de ello? Como destaca Casati en su libro, hace ya años que se viene anunciando la muerte del libro en papel; sin embargo, ahí sigue, lleno de vitalidad. No solo eso, los diversos libros digitales acostumbran a no ser más que una versión en pdf del libro en papel. Sí, algunos vienen con actividades digitales, diccionarios, etc. Aquí surgiría una pregunta: ¿el uso de estas funcionalidades justifica el cambio de unos por otros dejando de lado las ventajas que tiene el libro en papel?

b) Otro de los argumentos que se suele usar es que el paso al libro digital permitirá que los alumnos aprendan a utilizar todas las potencialidades de la tecnología, que es una de las nuevas competencias del siglo XXI. ¿Estamos seguros de esta afirmación? Si todas las tecnologías acostumbran a tener una curva de aprendizaje muy sencilla, que tiende a la simplicidad: ordenadores, tablets, teléfonos móviles... Si están diseñados para que una persona que no sepa nada de su uso pueda aprender a funcionar con ellos rápidamente (todos tenemos el ejemplo de alguno de nuestros padres, tíos, abuelos... que de no saber nada, pasan a funcionar con el Whatsapp, el correo). .

No digo que no haya que trabajar algunos de los aspectos fundamentales del trabajo con las diversas herramientas tecnológicas: la mecanografía (tan olvidada, pero fundamental para escribir rápido digitalmente), la búsqueda de información, el aprender a citar para no caer en el plagio, la edición de textos y presentaciones... pero, para ello, ¿es necesario sustituir los libros de texto por libros digitales? No. Lo mejor acabará siendo lo que se hacía en los años 90 y que viví: el tener una aula o aulas de informática (o carros portátiles) en las que se trabajan estos aspectos, donde aprendimos aspectos como la mecanografía, la edición de textos, etc. No estoy en contra del uso moderado de la tecnología. Mee gustaría transcribir aquí dos párrafos del libro de Roberto Casati sobre esta cuestión:

"los estudiantes que obtienen los mejores resultados según el informe PISA no son, en teoría, aquellos que utilizan cotidianamente las tecnologías en el colegio. De hecho, los mejores resultados son los obtenidos por estudiantes que viven y estudian en colegios y familias que poseen este tipo de tecnologías pero que, por otra parte, no recurren a ellas con demasiada frecuencia durante las horas de clase" (Casati 2015:106)

"El análisis de Gui no puede ser más interesante: las nuevas tecnologías se asocian positivamente al aprendizaje siempre que se haga un uso moderado de las mismas. A partir del momento en que esas tecnologías se vuelven invasoras y colonizan el tiempo, el rendimiento disminuye hasta un umbral inferior al alcanzado sin la ayuda de la tecnología" (Casati 2015:106-107)

c) Otro argumento suele ser el del ahorro. En este sentido, también discrepo. La inversión en los dispositivos inicial es alta, y las licencias digitales no se pueden pasar a alguien de la familia o a un amigo, habiendo de pagarse cada año. No solo eso: tablets, ordenadores... tienden cada vez a una obsolescencia programada que te obliga a su cambio cada 4-5 años.

Alguno podría plantearme la pregunta de cómo puedo defender esto en el contexto de la pandemia del COVID-19. Pues sigo considerando que los libros en papel son la mejor opción, también para el trabajo a distancia. El poder subrayarlos, leerlos tranquilamente, escribir en una libreta... son experiencias que ayudan. Dejemos el uso de los dispositivos digitales para la conexión online de Zoom a una clase, para consultar el correo, que se combina con el trabajo analógico con los libros de texto. ¿Realmente queremos que las 4 o 5 horas diarias de trabajo sean delante de un ordenador? Mi vivencia personal de estar delante del ordenador teletrabajando durante el confinamiento, al menos, fue muy dura, ya que acaba cansando la vista, la atención... El poder hacer la lectura de lengua castellana, o los ejercicios de matemáticas, o el resumen de ciencias sociales con un libro en papel tiene ventajas indudables.

Me gustaría acabar con una reflexión: nuestros alumnos tienden ya a dedicar decenas de horas fuera de la escuela a las pantallas: juegos en línea, series de las diversas plataformas, uso del móvil... ¿Realmente lo mejor es que extendamos este consumo de pantalla a la escuela, cambiándoles los libros en papel por otros digitales? ¿No sería mejor tener la escuela como esa zona de tranquilidad, en la que el uso de la tecnología sea reducido, para ayudarles a mirar al mundo que les rodea? Yo opto por esta segunda opción.

Bibliografía:

Casati, R., 2015. Elogio Del Papel: Contra El Colonialismo Digital. 1st ed.

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