martes, 13 de septiembre de 2016

En defensa de la evaluación estandarizada


Hace poco,  la implantación de las reválidas por parte del PP ha sido motivo de que la llamada 'evaluación estandarizada' vuelva a ser criticada por gran parte del mundo educativo.

Hay voces que, desde el mundo educativo, critican las pruebas como PISA, las evaluaciones diagnósticas de competencias de primaria, las reválidas... Porque a su juicio:

1. Van contra la 'personalización del aprendizaje'. ¿Cómo? ¿Por qué un país no puede determinar qué niveles de competencia escrita, lectora, de expresión oral, de conocimientos... han de alcanzar los niños y niñas de su país? La educación es un servicio público que está al servicio de la sociedad. ¿Tenemos claros los fines?

El concepto de 'personalizar el aprendizaje' no puede ir contra esa cultura común que conforma nuestra sociedad. Por supuesto que tenemos que ver a cada alumno como una persona irrepetible con sus características, carácter, temperamento, talentos y dificultades. Y a todos y cada uno de nuestros alumnos les ayudaremos en la medida de nuestras posibilidades: dándoles un refuerzo, con una ayuda determinada si son disléxicos, motivándolos y creyendo en ellos... ¿Pero van a decidir ellos lo que quieren aprender basándose en sus gustos? ¿Con qué criterio, a parte del gusto?

2. Se afirma que van contra la innovación y que van contra la calidad del proceso de enseñanza.... ¿Cómo valoramos entonces que esas medidas innovadoras que tomamos tienen resultados positivos o no? ¿Y si las estrategias que estamos siguiendo no están posibilitando que nuestros alumnos aprendan a leer bien? ¿O a escribir?

Una de las tendencias más peligrosas en educación es la antievaluación, la de aquellos que se niegan a que haya una evaluación objetiva de la tarea que se lleva a cabo en el aula. Por supuesto que no ha de ser la única, que tenemos que tener otras herramientas como los registros, el monitoreo... Pero es posible llevar cabo una evaluación estandarizada y tiene efectos positivos. Tomo una cita de un artículo de Donald Hirsch:

'De hecho, las investigaciones de proceso-resultado han demostrado de manera sistemática todo lo contrario; es decir, que el enfoque romántico-progresista siempre es el menos eficaz de todos los sometidos a estudio. ¡No es de extrañarse que los progresistas planteen constantemente la necesidad de disponer de nuevos métodos de evaluación que podrían modificar estos resultados! Es un deber del público y de la prensa rechazar ese argumento de que las ideas “no han sido adecuadamente puestas a prueba”. Simplemente no podemos tolerar más décadas de credulidad “romántica”. 

¿No estaremos cayendo en esto? ¿Que estamos optando por enfoques de esas características refractarios a la evaluación? Por supuesto que no podemos caer en el extremo contrario, en actitudes como:
a. Enfocar el proceso de enseñanza-aprendizaje exclusivamente a la preparación de pruebas, limitándonos a hacer exámenes parecidos y dejando de lado el trabajo de otros contenidos, procesos... del currículum.
b. Dejar estas pruebas en manos de empresas que las preparen y hagan negocio con ellas.

Pero de ahí a caer en lo que comento hay un buen trecho. Es necesario que desde la administración se tome el 'toro por los cuernos' para afrontar el tema. Soy profesor de 3º y 4º de primaria. A pesar de las quejas que han generado, las pruebas de evaluación diagnóstica de 3º me parecen un muy buen instrumento para valorar en qué aspectos hace falta mejorar y el cómo está cada chaval.

En su libro 'La escuela que necesitamos', Hirsch detalla forma de evitar los abusos por lo que se refiere al tema de las pruebas estandarizadas. En cualquier caso, su uso y aplicación por parte de la administración y de los profesores, por un lado, y la mejora y la innovación educativa, por el otro, son dos procesos que tienen que ir de la mano y que no podemos confrontar o dejar de lado.

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