viernes, 31 de julio de 2015

'Crear hoy la escuela del mañana': valoración del libro de Richard Gerver



Me acabo de leer el libro de Richard Gerver ‘Crear hoy la escuela del mañana’ y, en primer lugar, una vez finalizado, lo primero que me ha sorprendido es que sea considerado uno de los grandes ‘gurús’ del mundo educativo, que vive hoy en día de dar conferencias e ‘inspirar’ a la gente, ya que, sinceramente, ¡tampoco es para tanto lo que plantea! No quiero hacer un análisis crítico de toda la obra pero sí destacar algunos puntos.


El libro no me ha gustado. Los planteamientos de los que parte son, en general, bastante superficiales y, por no querer profundizar en cuestiones nucleares para educar (como empezar planteándose qué es la persona), cae en lugares comunes y en una constante crítica a una pretendida ‘escuela tradicional’. Es cierto que en la escuela de hoy en día tenemos que cambiar cosas y adaptarnos a los nuevos tiempos siempre cambiantes, pero la crítica que hace de la tradición es excesivamente ácida y no tiene en cuenta los elementos positivos que tiene la tradición.


Algunas de las que cosas que destaca Gerver son ciertas. Es cierto que hemos de esforzarnos por adaptar la escuela a las necesidades del siglo XXI. También lo es que el aprendizaje ‘cala’ más cuando es significativo y cercano a las necesidades de los alumnos. Como afirma a lo largo de toda la obra, a los niños les ha de gustar el ir al colegio, y hay que ir más allá de una escuela basada solo en la memorización y los exámenes.
Otro tema que también es importante en el que tiene razón y que comenta también Sir Ken Robinson en su libro ‘El Elemento’ es que la escuela se ha de esforzar por 'abrir camino' y ayudar a todos los niños que sus talentos no estén en las áreas lingüística y matemática a descubrir sus puntos fuertes y ayudarlos a que lleguen todo lo lejos que puedan (los que tienen talentos musicales, deportivos, de relación con los demás…).


Pero como hemos dicho antes, muestra cierta obsesión con algunos aspectos de lo que él llama ‘educación tradicional’: los contenidos, los exámenes, el currículo… Todos estos aspectos los critica con la idea de fondo de que el modelo tradicional da a los niños información y datos y luego les pone exámenes para ver si los recuerda. Esto es radicalmente falso, ya que confunde la información con el conocimiento. Estos dos aspectos no son lo mismo, ya que lo que un maestro intenta enseñar a sus alumnos no es lo primero sino lo segundo y que precisamente por eso somos imprescindibles, porque, si lo que hubiera de facilitarse a un alumno fuera simplemente información, poniéndole unos auriculares aprendería solo, cosa que no es así. Y los exámenes tienen un sentido para ciertos aspectos y son muy buenos como instrumento de evaluación. No han de ser el único medio de evaluar, hemos de evitar que sean siempre exclusivamente de memorizar… pero no podemos despreciarlos. Por otro lado, los contenidos y el currículo conforman nuestro patrimonio cultural común, que es clave para que sepamos movernos, conocer y entender el mundo en el cual nos movemos. Todos formamos parte de una cultura que hemos de esforzarnos por conocer.


Otro tema es su crítica a la parcelación de la asignaturas. Afirma que es algo con lo que hay que acabar, ya que es absurda hoy en día. A mi me gustaría plantearle la siguiente reflexión: la parcelación del conocimiento en asignaturas está relacionada con la especialización de la investigación y del conocimiento, y responde al progreso del pensamiento humano de los últimos milenios. Si el conocimiento se divide en los campos establecidos: lengua, matemáticas, ciencia, historia, artes… Es por algo. Claro que hay que buscar la interdisciplinariedad y los elementos comunes (todas las materias, en el fondo, son lenguaje), pero de ahí a apostar por una supresión acrítica… Es esa crítica a la tradición: al estudio de la historia, de la cultura, de la ciencia...


Un tercer punto es su visión del uso de la tecnología, como cuando defiende que lleven al aula sus PSP, móviles… Aspecto, cuanto menos discutible. Es cierto que una PSP tiene conexión a internet. Pero que sea el mejor dispositivo para utilizar en un colegio... La inclusión de los dispositivos móviles en el aula hay que plantearla desde una perspectiva razonada y exigente, que quede enmarcada en el proyecto educativo del colegio en colaboración con los padres. Posiblemente sea mejor una tableta o un ordenador...


El principal error de fondo de Richard Gerver me parece que es que, antes de ponerse a hablar de educación, hay que tener claro qué es la persona y qué es el hombre. Más aún si somos educadores que partimos de una visión humanista cristiana. Si no se tienen claros estos dos aspectos iremos dando tumbos en nuestro camino. Este es un problema general de la pedagogía progresista, que va desde Rousseau a Sir Ken Robinson y Gerver en nuestros días, pasando por Ferrer i Guardia, Rosa Sensat, Neill... La pedagogía progresista ha solido hacer avances muy interesantes a nivel de metodología, pero es necesario enmarcar estos avances en una visión clara de la persona. 


Tenemos que tener claro de dónde partimos (cómo es la persona) y a dónde queremos llegar. Cuando me he acabado de leer los cambios que realizó en la escuela de primaria Grange no he podido sino recordar y comparar lo que comenta con Summerhill (Sir Ken Robinson, el gran mentor de Gerver, la destaca como uno de los grandes modelos de escuela que seguir: http://blog.ted.com/ted_and_reddit_1/), el gran modelo de educación antiautoritaria y progresista que, por los presupuestos de que parte, está en las antípodas de un planteamiento humanista cristiano de la educación. Es una visión del hombre que parte del 'buenismo' y que viene de Rousseau.  Uno de los grandes retos que los educadores que nos basamos en planteamientos cristianos tenemos que conseguir es enmarcar la innovaciones pedagógicas en un marco humanista cristiano, sin dejarnos llevar por las modas o críticas del momento. En resumen, es bueno que cojamos los elementos buenos que destaca, pero sin dejarnos llevar por todo el discurso que plantea.


Para otro post dejo la valoración de ‘El Elemento’, de Sir Ken Robinson, que también me he leído durante estos días.

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