viernes, 27 de julio de 2018

¿Por qué Jaydon no puede leer? El triunfo de la ideología sobre la evidencia en la enseñanza de la lectura (II)

Esta es la segunda parte del artículo de Jennifer Buckingham, Kevin Wheldall y Robyn Beaman-Wheldall. El artículo original puede leerse aquí, y fue publicado en el Policy Magazine.




¿Por qué Jaydon no puede leer? El triunfo de la ideología sobre la evidencia en la enseñanza de la lectura (II)

¿Por qué a los profesores no se les enseña o se les pide que usen una enseñanza de la lectura efectiva y basada en la evidencia?

Las dos mayores influencias en las metodologías de enseñanza que se utilizan en las escuelas son las facultades universitarias de magisterio que gradúan a todos los profesores para las escuelas Australianas (públicas, católicas e independientes) y los departamentos de educación, especialmente los de los gobiernos estatales. Aunque gran parte del debate sobre los estándares de lectura y la enseñanza de calidad tiene lugar en la esfera pública, la historia nos enseña que la batalla de las ideas en los medios ha tenido poco efecto sobre las prioridades en el ámbito académico. Algunos académicos se burlan de los debates públicos sobre educación, afirmando que estos son crisis preparadas para obtener ganancias políticas y se quejan del clamor popular por el 'lenguaje llano y popular' en vez de por 'la escritura académica y erudita'.

Parece que existe una hegemonía ideológica en las facultades de educación y en los departamentos de educación de los gobiernos que, de forma activa o pasiva, trabaja en contra de implementar una instrucción en la lectura efectiva y basada en la evidencia. En muchos casos, esta compromiso con el método global es provocado por una carrera profesional dedicada a promover pedagogías basadas en ese mismo método, ignorando aparentemente la acumulación de evidencia en contra de ella. La eminente investigadora Margot Prior lo ha comparado con una devoción 'religiosa'. Para muchos, sin embargo, la filosofía del método global y su enseñanza quedan enmarcados en una paradigma ideológico, cultural, económico y social de igualdad.

Otro factor importante en la brecha existente entre la investigación y la práctica sobre la enseñanza de la lectura es que el conocimiento científico no es priorizado en la investigación educativa, en la práctica o bien en la implementación de políticas. Levin identifica cuatro grandes problemas que aparecen en la 'movilización del conocimiento' de la investigación a la práctica:
1. Conexiones pobres entre los investigadores y los usuarios (los maestros)
2. Una falta de interés y una total resistencia a la evidencia de la investigación
3. Investigación inadecuada
4. La probabilidad de que las políticas educativas sean influencias por la política más que por la evidencia

Todo esto suena sincero para la enseñanza de la lectura en Australia. Los profesores que se dedican a la docencia no tienen tiempo de estar al día de los nuevos hallazgos de la investigación a través de fuentes primarias como las revistas académicas. Además, no suelen tener el conocimiento y práctica suficientes para traducir estos hallazgos y aplicarlos en el aula, y esto es así para la mayoría de gente. Son muy pocos los cursos para los profesores en prácticas que ofrecen las habilidades científicas y estadísticas para evaluar e interpretar datos, para comprender la metodología de investigación y para valorar de forma crítica estudios de diferentes tipos. La investigación en los Estados Unidos nos muestra que los profesores ven la evidencia fruto de la investigación científica como otra fuente de información más, habitualmente tan o menos influyente que la información que les pueden dar sus colegas o la propia experiencia. Esto se puede ver como lógico en cierto sentido porque mucha de la investigación llevada a cabo en las facultades de educación es de baja calidad, dominada por los estudios de casos, la autoevaluación, las muestras pequeñas y una metodología débil. Los estudios de control aleatorios (el mejor estándar en la investigación científica) son relativamente escasos en educación. De los 137 artículos de conferencias disponibles online en 2012 en la Asociación Australiana para la investigación en educación (AARE), solo uno recogía investigación que utilizase metodología científica, pero incluso este no utilizaba asignaciones aleatorias. Internacionalmente, la enseñanza de la lectura es una excepción notable, con un un cuerpo de evidencia acumulada de los Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá consistente en amplios estudios controlados y metaanálisis de estudios longitudinales replicables.

En Australia, como en qualquier otro lugar, la mejor investigación sobre práctica y política educativa suele provenir de los departamentos de psicología y economía. Un sentimiento anticientífico prevalece en algunas facultades y organizaciones de profesores Australianas especialmente en aquellas que promueven el método global. La organización de profesores de inglés de Nueva Gales del Sur basa su posicionamiento en la enseñanza a leer basándose en la 'investigación psicolingüística, la teoría evolutiva y los fenómenos lingüísticos, como los homógrafos y los homónimos'. Por ejemplo, el profesor  Brian Cambourne de la Universidad de Wollongong niega la superioridad del método científico y critica a la NITL por restringir sus revistas y publicaciones a los estudios científicos. Sugería que la indagación debería de incluir investigación cualitativa que respondiera a preguntas como '¿Qué está pasando y que significa esto que pasa?', '¿Cómo organiza Mrs Smith su clase de infantil para que los niños aprendan a escuchar de forma tan atenta a lo que dice el otro'.

Esta resistencia de las facultades de educación universitarias a optar por una enseñanza de la lectura basada en la evidencia podría verse mitigada si los departamentos de educación (empleadores del 65% de los profesores y creadores del currículum, de la evaluación y de las políticas) fueran una influencia positiva para optar por métodos de calidad. Que no lo han sido hasta la fecha, no lo es por falta de financiación o de recursos humanos, sino por estar desorientados y extraviados sobre hacia dónde orientar los esfuerzos.

Este ensayo no escribirá una crónica sobre las políticas gubernamentales alrededor de la enseñanza de la lectura, pero numerosos ejemplos recientes tanto a nivel federal como estatal ilustran este punto. Uno de los puntos clave de la reforma educativas del gobierno Gillard fue el desarrollo de un currículum nacional. A pesar de que el borrador inicial del currículum de lectoescritura se refería a todos elementos de la instrucción efectiva basada en la evidencia, la asociación Learning Difficulties Australia destacó que tenía debilidades importantes en su concepción de cómo tenía que ser la instrucción inicial, especialmente en la secuencia apropiada de contenido, y no ofrecía líneas claras para el progreso en las habilidades. Estas debilidades permanecen en el currículum publicado. Otra gran medida publicada por el gobierno federal fue un 'Reading Blitz', que costó alrededor de $1.1 billones -el equivalente a $8.000 para cada profesor de primaria en Australia. La información pública no indicaba que esta política requiriera a la escuelas el implementar instrucción efectiva en la lectura basada en la evidencia. Términos educativos específicos como 'velocidad de lectura' o 'fonémico' son utilizados de forma inapropiada, sugiriendo una falta de experiencia en el desarrollo de las políticas. Todo profesor de primaria en Australia podría recibir una extensa formación profesional en instrucción inicial y compensatoria de la lectura por una fracción del coste de 'Reading Blitz'.

En los últimos años, ha existido un esfuerzo coordinado del gobierno de Nueva Gales del Sur para desarrollar políticas de enseñanza fuertes y basadas en la evidencia, pero con resultados desiguales. Se ha establecido un cuerpo de investigación  -el Centro para las Estadísticas Educativas y la Evaluación- para recoger y sintetizar investigación educativa que pueda informar las políticas. Un Grupo Consultivo Ministerial sobre Lectoescritura y Numeración (MAGLAN) fue reunido para ofrecer guía experta, especialmente en la enseñanza temprana de la lectura. Desafortunadamente, el informe MAGLAN ejemplifica el enfoque imperfecto de desarrollo de políticas sobre la enseñanza de la lectura que ha plagado el sistema educativo australiano. De este grupo consultor, aunque algunos eran distinguidos educadores e investigadores, no lo eran en el campo específico de la investigación sobre lectura. Consecuentemente, el informe contenía toda una serie de tergiversaciones sobre la investigación en lectura, incluyendo confusión de términos educativos precisos y no intercambiables. Esto tiene importantes ramificaciones: si se quiere que la política tenga el efecto deseado tiene que estar basada en la información más precisa. Existe una nueva web llamada 'Prácticas efectivas de lectoescritura y numeración', pero no ofrece ningún tipo de guía a las escuelas sobre instrucción efectiva y basada en la evidencia o algún tipo de consejo práctico para identificar y dar soporte a los alumnos con dificultades lectoras.

Nueva Gales del Sur no es atípica. El desarrollo de políticas sobre lectura y lectoescritura en todos los gobiernos es constantemente minado por los caprichos del ciclo político, la dependencia de 'expertos' que no lo son, y el derroche de recursos vitales en programas inefectivos, en parte por culpa del persistente error de no evaluar los programas bien. Este ciclo ha de romperse si se quiere que el éxito localizado en escuelas concretas se extienda a todo el país.

¿Qué se puede hacer?

Este ensayo no ha tocado el tema del rol que tiene el contexto familiar de los alumnos en su desarrollo lector, la importancia del cual es irrefutable. En términos de políticas, sin embargo, los beneficios más inmediatos se ganarían a través de focalizar los esfuerzos en ofrecer una educación de la mejor calidad. Asegurarse de que todos los niños tengan la oportunidad de recibir una enseñanza de la lectura efectiva y basada en la evidencia requiere cambios a tres niveles: gobiernos, universidades y colegios.

Los gobiernos tienen que dejar de gastar dinero en programas adicionales inefectivos que se añaden a la carga de las escuelas. Si se ha de gastar más dinero en las escuelas, debería de ser en mejorar las cualidades personales y dando soporte para el aprendizaje a los maestros. El modelo 'Response to intervention' es infrautilizado, y potencialmente sería una respuesta más efectiva y económica para las escuelas con el fin de ayudar a identificar y trabajar con los lectores con dificultades.

Aunque puede ser tentador sugerir que se debería pedir a todas las escuelas que implementaran programas de instrucción en la lectura diseñados por el gobierno que cumplieran los criterios de la enseñanza de la lectura efectiva y basada en la evidencia, una proposición así acarrea el riesgo de cualquier política educativa monolítica -si uno falla, todos fallan. Se debería de permitir un cierto margen de autonomía profesional a las escuelas. Un posible camino sería la política del gobierno británico de crear una lista de programas de enseñanza de la lectura aprobados, de entre los cuales las escuelas pueden elegir. Los colegios que quieren usar otro programa tienen que ofrecer una justificación, incluyendo el apoyo de los padres.

Ni los cuerpos establecidos por los gobiernos federales para el control de la calidad de la educación superior (el Australian Institute for Teaching and School Leadership, AITSL y el Tertiary Education Quality Standards, TEQSA) ni las diversas autoridades de registro de profesores estatales han demostrado ser capaces de asegurar que todos los grados de educación ofrezcan profesores graduados con las habilidades necesarias para enseñar a leer de forma efectiva. Se están llevando a cabo pasos positivos desde los niveles federales y estatal para subir el nivel de exigencia de los profesores en prácticas, haciendo que sea más difícil entrar en los grados de educación, pero esto no garantiza todavía la calidad e la formación que reciben.

Puede decirse que todo grado de educación tendría que tener, como mínimo, un asignatura semestral dedicada a las '5 grandes ideas' de la instrucción efectiva de la lectura, y formación práctica de cómo llevarlas al aula. Otra vez, la respuesta más obvia es imponer requisitos más altos a las universidades a través de proyectos de financiación cerrados pero, como en el caso de los colegios, una intervención más grande del gobierno puede hacer más daño que bien. Otra visión, quizás más independiente, podría ser preferible. El National Council on Teacher Quality es una organización independiente sin ánimo de lucro que ha evaluado  casi todos los más de 1.300 grados de educación de profesores de los Estados Unidos y los clasificó siguiendo diversos criterios. Los candidatos a futuros profesores pueden utilizar esta información para decidir dónde matricularse, de la misma forma que pueden hacerlo las escuelas para decidir a quien contratar. Un proyecto como este podría ser posible en Australia, con el gobierno animando a las universidades a proveer la infomación y datos pedidos por cualquier organización que los solicitase.

Los órganos de financiación de investigación tendrían que ser quizás más exigentes con la investigación a la que dan soporte. La investigación educativa en Australia no suele ser de una gran calidad, y raramente es influyente. Hay relativamente pocos fondos para la investigación educativa -unos $ 240 millones de dolares fueron gastados en investigación educativa en 2008-09 (el último año con estadísticas publicadas), comparados con los más de $ 4 billones en salud. El gran interés en evaluaciones internacionales como PISA y el amplio análisis que se lleva a cabo de los datos muestra un 'apetito' y un respeto por la investigación de calidad en educación. Las encuestas o sondeos no son así un sustituto para los estudios experimentales de calidad. Una buena investigación cuantitativa es cara, pero menos que los programas inefectivos. La financiación científica en Australia debería de priorizar los estudios científicos válidos, replicables y de confianza.

Por su lado, los colegios no deberían de aceptar como inevitables los grandes números de estudiantes que no aprenden a leer. Sin quitar importancia al rol de los padres, son las escuelas las que tienen la mayor carga de responsabilidad en la educación académica de los alumnos. Allá en donde las escuelas se han tomado esta responsabilidad en serio, tomando todos los pasos necesarios para conseguir su objetivo, ha llegado el éxito.

Conclusiones

La actual y arraigada tasa de analfabetización entre los niños Australianos es innecesaria y evitable. Políticas educativas pobres y facultades de educación ligadas a métodos de enseñanza de la lectura anticuados y no probados han contribuido a la situación. Se han gastado billones de dólares, solo para tener miles de alumnos que acaban la escuela sin una habilidad fundamental para llevar una vida productiva y feliz: la habilidad de leer. Siendo realistas, siempre habrá algunos niños que tendrán dificultades para aprender a leer, pero con una instrucción efectiva y ajustada en el tiempo, el número de niños que necesitarán un soporte de forma regular puede ser reducido de forma drástica.

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