domingo, 14 de febrero de 2021

Un interesante estudio sobre la relación entre el uso de la tecnología y el rendimiento académico: una reflexión

Photo by Annie Spratt on Unsplash

Este mes de enero se publicó un interesante estudio que valoraba el impacto de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en el aprendizaje de los alumnos. El objetivo del estudio era explorar la relación entre los diferentes tipos de tecnologías utilizadas en casa y en la escuela, así como la relación entre las actitudes de los estudiantes hacia las tecnologías (interés, importancia de la interacción social y edad en la cual empezaron a usarlas) y su éxito académico. Los estudiantes eran españoles y se partía de los resultados de PISA de 2015.

De esta forma, se quería poder valorar qué políticas de digitalización habían sido exitosas, especialmente teniendo en cuenta que, a partir de 2015, hubo una intensificación de la digitalización de las escuelas en España, con diversos proyectos tanto a nivel autonómico como estatal.


Los resultados que se muestran en el estudio muestran que el uso de la tecnología en casa está asociado con unos mejores resultados en ciencias y en lectura, pero solo si es para actividades de ocio. Por el contrario, el uso de la tecnología en casa para el trabajo escolar parece que está asociado de forma negativa con el éxito escolar en matemáticas, ciencias y lectura. Por lo que se refiere al uso en las escuelas, los resultados muestran que un uso elevado de las herramientas tecnológicas lleva a niveles inferiores de éxito académico en matemáticas, ciencias y lectura, mientras que la disponibilidad de ordenadores para los alumnos está asociada con niveles más altos de éxito en matemáticas y ciencias.


Otros resultados apuntan a que un alto interés en la tecnología por parte de los alumnos está asociado a mejores resultados en ciencias y matemáticas y lectura, mientras que un inicio temprano en el uso de las tecnologías, también lo está. Sin embargo, el grado de importancia que dan los alumnos a las tecnologías en su relación con los demás va ligado a un nivel lector más bajo. Por último, la tecnología parece estar ligada a los malos resultados de los alumnos en los niveles inferiores de éxito.


Ante estos resultados, uno se podría preguntar: ¿No son contradictorios? ¿Por qué a primera vista parece que exista una discrepancia significativa entre ellos? Los autores del estudio apuntan a que, en gran parte, esto se debería a la falta de formación en el uso de las tecnologías por parte del profesorado. Puede ser que en esto tengan parte de razón, pero me gustaría apuntar a otros elementos sobre los cuales el artículo me ha hecho reflexionar:


  • A mi modo de ver, el uso de tecnología en casa para el ocio está asociado, en gran medida, a una renta mayor (aunque cada vez menos). Este podría ser uno de los factores que explicara que sea beneficioso para el éxito académico. Aquellos alumnos con más tecnología en casa es posible que sean mayormente aquellos con más poder adquisitivo y, por tanto, más posibilidades culturales.
  • No me sorprende que el uso de la tecnología en casa para el trabajo escolar esté vinculado a peores resultados académicos. ¿Por qué? Por el valor de lo que se pierde: estudio con libros y libretas de papel, deberes analógicos… Hacer un trabajo o unos ejercicios en línea de tanto en tanto seguramente no sea perjudicial, pero si las tareas de casa pasan a ser exclusivamente digitales, se pierden una serie de experiencias analógicas que, posiblemente, posibilitaran más aprendizaje. Esto sería especialmente así en aquellos modelos y sistemas en los cuales desaparecen prácticamente todos los instrumentos y herramientas de aprendizaje analógicos (libros, libretas, papel, lápices, bolígrafo…) y son sustituidos por herramientas digitales como los Chromebooks, tabletas, etc. que pasan a ser usados de forma exclusiva.
  • En esta línea iría la constatación de que un uso elevado de las herramientas tecnológicas lleva a niveles inferiores de éxito en matemáticas, ciencias y lectura. El uso intensivo de la tecnología en el aula, que ocurre cuando son dejados de lado los libros en papel, los libros de texto analógicos, las actividades hechas a mano posiblemente genere el mismo el efecto negativo tanto en el colegio como en casa. 
  • Por contra, una cierta disponibilidad de herramientas tecnológicas, como se destaca en artículo, tendría efectos positivos: el tener acceso a ordenadores en el colegio, un aula móvil con ordenadores o tabletas… ¿Habremos descubierto que la mejor opción son, quizás, las tradicionales aulas de informática que había ya a finales de los 90? No me sorprende. El uso excesivo de la tecnología no tendría efectos positivos, mientras que un uso puntual, en algunas asignaturas, bien pensado y teniendo en cuenta el cómo y para qué, podría tener efectos positivos en algunas áreas.
  • Luego vendría el hecho de que un alto interés por la tecnología esté asociado a mejores resultados en matemáticas, ciencias y lectura, del mismo modo que un inicio temprano en ella. Creo que en este ámbito los buenos resultados académicos pueden ir asociados al factor de que, posiblemente, las familias en las cuales esto pase, tengan un nivel cultural y económico algo mayor que posibilitaría un mayor interés temprano por el ámbito tecnológico (dentro de muchos otros), dándose también un mayor uso temprano.
  • Un elemento que me ha hecho reflexionar es el del hecho de que los alumnos que dan a las tecnologías más importancia en su relación con los demás tienden a tener un nivel lector más bajo. ¿Irá quizás esto asociado a la posible dependencia de algunos alumnos de las redes sociales en su relación con los demás? El estar enganchado a estas redes posiblemente provoque un menor tiempo dedicado a la lectura y a las tareas académicas, lo que conduciría a un menor nivel lector.
  • El último factor sería el de que la tecnología suele estar ligada a los malos resultados de los alumnos de los niveles inferiores. En este sentido, mi sensación es que la tecnología acaba siendo un altavoz de la formación cultural, personal, académica de la persona, por lo que aquellos con más dificultades son los que menos partido le sacan. Aún más allá, estos alumnos con más dificultades posiblemente necesiten antes esas experiencias analógicas y personales orientadas a la obtención de los aprendizajes básicos, antes que disponer de una tableta o un ordenador. No digo que no haya casos específicos en los que la tecnología sea una herramienta útil (para un alumno con dislexia o con dificultades visuales, para mantener el contacto con un alumno en una situación de confinamiento), pero deberíamos de esperarnos a plantear su uso a las edades superiores y al momento en que se ha alcanzado un nivel suficiente de aprendizaje y de madurez.

En resumen, me ha parecido un artículo muy interesante, con temas muy interesantes sobre los cuales pensar y reflexionar. Deberíamos de ser mucho más prudentes antes de aplicar proyectos que incluyan una digitalización total de las aulas, como el que se anunció en el País Vasco creo que antes de Navidad. Cada vez son más las evidencias de que un uso intensivo y generalizado de la tecnología en el aula no lleva a mejores resultados académicos, especialmente en una sociedad en la cual nuestros alumnos pasan cada vez más horas de ocio digital fuera de la escuela. Estaría debería de limitarse a un uso moderado o reducido, bien pensado en aquellos ámbitos en los cuales su uso ofrezca resultados positivos y constatables. Y, en este sentido, deberíamos de reivindicar el valor que tienen las experiencias analógicas, de diálogo entre el profesor y los alumnos, la escritura a mano, los debates, la lectura en papel… todas ellas prácticas que tienen un porqué sobre el cual vale la pena reflexionar.

martes, 2 de febrero de 2021

Por favor, no "cambien" el Bachillerato y las Pruebas de Acceso a la Universidad

Photo by Green Chameleon on Unsplash

Una iniciativa que ha conseguido cierta resonancia durante la semana pasada en Cataluña ha sido la campaña de #canviemelbatxillerat (cambiemos el bachillerato), iniciada por un grupo de profesores, con un canal de Twitter y que ha obtenido el eco de los medios de comunicación públicos de Cataluña (TV3). Quiero comentar en este post del blog algunos aspectos, tanto de la propuesta como del planteamiento, con los que discrepo.

Para empezar, los impulsores de esta iniciativa "proponen un aprendizaje más competencial y vivencial, en vez de un curso encaminado a memorizar conocimientos para pasar la selectividad". ¿A qué se quieren referir con 'competencial' y con 'vivencial'? Porque el currículum de bachillerato es totalmente competencial. En bachillerato se estudian Filosofía, Historia de España y de Cataluña, Literatura, Química, Física... ¿No son 'competenciales' estos ámbitos del saber, de plena actualidad? ¿Y 'vivencial'? El vivir o no una cosa que estás aprendiendo depende de la persona en sí y del profesor que da la clase. 

Luego viene la ridiculización, habitual, de la memoria: 'memorizar conocimientos para pasar la selectividad'. ¿Cómo? Si eso no es lo que se pide en las pruebas de acceso a la universidad hoy en día. ¿Acaso piden para las PAU actuales  la memorización de una lista de fechas interminables, de conceptos sin sentido, de fórmulas, de categorías gramaticales? ¡No! Si, precisamente, las habilidades que se piden son plenamente 'competenciales': análisis de textos, comentarios de texto, textos argumentativos... ¿Saben de qué hablan?

La clave está un poco más adelante, en las palabras de la coordinadora del instituto Moisès Broggi de Barcelona: "Nuestros alumnos nos están diciendo que segundo de bachillerato es imposible. Que no lo pasan bien, les vemos sufrir, llorar... que no llegan, que no tengo nota, que no puedo, que no lo consigo".

Aquí está el problema. ¿Segundo de bachillerato es imposible? Quizás el problema es que el sistema escolar está fallando a estos alumnos, dejándolos sin las competencias y conocimientos necesarios para poder acceder a una educación superior con garantías y tener éxito. ¿Quieren ahora que, para arreglar este problema, bajemos el nivel del bachillerato, también? ¿No debería de ser al revés? Nadie que conozca un poco la situación real del sistema educativo en Cataluña puede defender que este haya mejorado en los últimos años, con las reformas comprensivas y competenciales... 

Y en lo que sigue diciendo la coordinadora está lo más grave del problema: "que no lo pasan bien". Pero, ¿qué entienden por "pasarlo bien"?  ¿Ha de ser el objetivo del bachillerato que el alumnado lo "pase bien"? Me parece un desconocimiento total de qué ha de ser la escuela realmente. La escuela no ha de ser un "parque de atracciones". A la escuela se va a aprender. Por supuesto que habrá momentos de disfrute, pero la mentalidad con la que se afronte no puede ser la misma que la que se tiene cuando se está haciendo un rato de deporte, de ver una serie...

Los alumnos que están subiendo tienen cada vez menos capacidad de resiliencia, de sobreponerse a las dificultades que se comentan, ya que crecen en un ambiente social y educativo en el cual se les pone en el centro y se les acostumbra a que sean ellos los que decidan desde pequeños. No se les mueve o impulsa a hacer aquello que pueda suponer un esfuerzo, y cada vez lo estamos notando más. Herramientas como los deberes, los exámenes... ayudan a desarrollar esta dimensión. ¿Cuántas veces hemos oído en los últimos años que hay que "motivarlos" y se han demonizado, por contra, la exigencia, el estudio, los exámenes? Esto hace que pierdan esa capacidad de funcionar por sí mismos, y de superar aquello que les cueste. Esto, sinceramente, me preocupa, porque veo que va a más.

Y de ahí, esa oposición que plantean a las pruebas de acceso a la universidad (PAU), porque suponen un reto. Las PAU, seguro que tienen elementos de mejora (yo por ejemplo, creo que habría que hacer alguna prueba oral, para demostrar competencia en una de las lenguas maternas y la extranjera), pero son algo valioso que vale la pena defender. Las PAU igualan a todos los alumnos, y dan la oportunidad de recompensar el mérito de todos alumnos, independientemente de su extracción social. Y la vida está llena de pruebas, exámenes, entrevistas...  Los exámenes son la mejor forma de validar a nivel social aquello que un alumno conoce, entiende o saber hacer, por encima de rúbricas, registros de observación y otras herramientas que, aunque útiles para algunos contentos, son mucho más sesgadas.

Sinceramente, me preocupa que el Departament esté preparando la reforma del bachillerato para hacerlo más "competencial". Todavía recuerdo el bachillerato como dos años que fueron intensos, pero en los cuales aprendí muchas de las cosas básicas por lo que se refiere a la escritura, historia, filosofía... que todavía me son útiles en el día a día. 

Y para finalizar, no lo olvidemos: sin memoria, no hay aprendizaje. La memoria es el residuo del aprendizaje. Dejemos, por favor, de hablar de "aprendizajes menos memorísticos", porque ello significa defender aprendizajes que sean más débiles y que, en fondo, no dejen residuo, por lo cual en una educación menos memorística se acaba por aprender menos o nada.