lunes, 22 de abril de 2019

Reseña del libro 'Cuaderno de un profesor', de Alberto Royo

Foto por formulario PxHere

El último libro de Alberto Royo, 'Cuaderno de un profesor', es el que más me ha gustado de los 3 que ha escrito (los otros 2 hay que leérselos también). ¿Por qué? Porque es un libro que narra la práctica docente, el día a día en el aula, frente a tantos otros que hablan de educación si haber pisado nunca una clase. Es de esos libros que empiezas a leer y que te engachan desde el primer momento; no solo eso, sino que también tiene momentos divertidos en los que no puedes dejar de reírte por la vivacidad de las anécdotas y experiencias que se explican (como cuando recuerda las 2 normas del gran Ricardo Moreno del Castillo).

El 'Cuaderno de un profesor' toma la forma de un dietario en el que el narrador es el mismo Alberto que describe el transcurrir de un nuevo curso escolar en el instituto público al que acaba de ser trasladado. Va explicando su día a día en el nuevo claustro, la evolución de sus clases de Música en 1º y 3º de la ESO, su trato con los adolescentes, la gestión del aula... aderezando el día a día con reflexiones de cierta profundidad sobre aspectos fundamentales de la educación entre los cuales me gustaría destacar algunos:
- La disciplina
- El trato con los alumnos
- La importancia del conocimiento
- El prestigio del profesor
- La bondad de que exista cierta competición
- El valor de los exámenes
- La importancia de 'inocular' en los alumnos el virus de la curiosidad
- El valor de métodos didácticos como la instrucción directa
- La importancia del ambiente de aula
- La excelencia
- La falta de consistencia de muchas de las 'nuevas metodologías' o 'revoluciones educativas'
- El valor de la memoria y la importancia de la repetición

Estos y muchos otros temas son comentados por Alberto a partir de las anécdotas y vivencias del día a día. Esto da a las ideas gran fuerza, ya que ideas como la importancia del conocimiento, de la disciplina, de los buenos modales, del respeto a los demás, de la exigencia... que hoy en día acostumbran a ser criticadas y ridiculizadas en la esfera pública son presentadas y reivindicadas de forma amena y agradable. Tiene gran fuerza el que un profesor que da muchas horas de clase, que lidia cada semana con decenas de adolescentes con todas las características y circunstancias posibles, que está metido de pleno en el 'meollo' de la educación, las defienda. 

La fuerza de las ideas de Alberto viene en el fondo del hecho del reconocimiento del valor de la función transmisora de la escuela que, a través del conocimiento y de la exigencia académica, es capaz de potenciar a los alumnos abriéndoles las puertas al descubrimiento de todo nuestra rica tradición cultural: la música, el arte, la literatura, la historia, la lengua, las ciencias... Esta función transmisora, mediadora, de la escuela es la que posibilita al alumno que pueda acabar siendo realmente libre, ya que es solo a través de su conocimiento que luego podrá ser realmente él mismo. Para poder desarrollar algo nuevo, que sea realmente original, hay que pasar primero por el encuentro necesario con un profesor, que transmite al alumno los conocimientos necesarios para que esa mediación sea posible. ¿Cómo llegó Beethoven a sus sonatas? Pues a través de horas de estudio, escalas y compases infinitamente repetidos... Y lo mismo pasa con tantos otros genios de la música, de las ciencias, de la literatura...

Esta reivindicación de la función transmisora de la escuela es algo que no podemos dejar de lado, ya que está siendo atacada desde hace décadas por la influencia de las ideas de figuras como Rousseau y Bourdieau. En este contexto, el nuevo libro de Alberto Royo es, como los 2 anteriores, un soplo de aire fresco. Ojalá que el libro sea leído y llegue a muchos de los claustros educativos de infantil,  primaria, secundaria, bachillerato... de nuestro país, porque es necesario que estas ideas tengan difusión. Lo recomendaría especialmente a aquellos que quieran poder disfrutar de una visión clara, objetiva y llena de sentido común del panorama de las aulas y claustros de hoy en día y, quizás, a aquellos que estén a punto de empezar su tarea docente en las aulas, porque les permitirá hacerse una idea muy ajustada de cómo es el día a día de un profesor en el aula.

jueves, 4 de abril de 2019

'Los pedagogos' (II): Comenio y los pesimistas


Sigo con el comentario de algunas de las ideas que me han llamado más la atención del libro de Viguerie. Hoy toca hablar de una figura, Juan Comenio, que personalmente desconocía y dar un par de pinceladas de otros autores de esa época.

Juan Comenio, pastor checo es una de las figuras más admiradas por algunos de los partidarios de la nueva educación, como Jean Piaget y Philippe Meirieu. De sus ideas pedagógicas, sorprende tanto la visión que tiene del niño como de la función del maestro  y de la escuela. Para Comenio, el oficio del maestro es fácil, porque lo que hace es actuar sobre una materia pasiva que es el intelecto del niño. Este intelecto del niño comienza a existir en el momento que el maestro empieza a verter conocimientos en él, y su única función es la 'representación y distinción de las cosas'.

Para Juan Comenio lo que es clave entonces es aplicar 'el método correcto'. Enseñar es un arte que no se conocía en el pasado y que hay que dejar en manos de 'los profesionales'. Y los padres no tienen que inmiscuirse en ello puesto que no disponen ni de tiempo ni de los conocimientos pertinentes. Y lo que sorprende más es el elemento mecánico de la escuela que plantea Comenio. Esta ha de funcionar como un reloj, como un autómata. 

Cuanto menos es sorprendente esta visión que tiene Comenio del intelecto del niño como algo vacío e inerte, y esta exaltación de la metodología y del método correcto. ¿Cuántas veces oímos hablar hoy en día de 'metodologías' que lo arreglará todo: que si el pensamiento crítico, que si el aprendizaje por proyectos, que si el Flipped Classroom... y todo ello en un contexto en el que se deja de lado la importancia que tiene el alumno.

Otro de los problemas que plantea su visión es el utilitarismo: no se enseña nada cuya 'utilidad' no haya sido mostrada por adelantado. ¿No es la apuesta por el competencialismo actual un eco de este pensamiento? Y su visión de como ha de ser el ambiente de la escuela: ha de ser placentera y los maestros tienen que ser sonrientes, pues así los niños aprenderán con placer. Habrá que evitar toda sobrecarga de trabajo, siendo así un lugar lleno de delicias y encantos.

El planteamiento de Comenio tiene, pues problemas significativos. Esa pretendida infabilidad del método de la que habla, no existe. No hay 'métodos mágicos' que puedan garantizar el éxito de todos. Luego esta esa afirmación de que el niño viene al mundo como una masa de carne sin la menor inteligencia. ¿Cómo se concilia eso con la omnisciencia casi divina que atribuye posteriormente al niño una vez que ha sido educado por la escuela? Y esta la visión del conocimiento: el intelecto no es como un vaso vacío que se llena de agua ni tampoco es solo capaz de representar las cosas y distinguirlas. ¿Dónde quedan en este marco el pensamiento y el juicio? ¿Y la memoria, que queda infravalorada?

Luego vendrían las ideas de los pesimistas, Bernard Lamy y Pierre Nicole, de las que quiero citar un par de cosas. Para ellos, los estudios no tienen que servir más que para formar el juicio y las costumbres y solo son buenos si sirven para algo, como es el caso de las matemáticas (de ahí que dejen de lado muchos saberes a los que no ven una inmediata utilidad práctica o de los que desconfían como de la literatura, las letras, la historia). En ambas ideas se equivocan. Si los niños tienen que aprender, han de hacerlo en primer lugar para adquirir conocimientos. El saber puede utilizarse para muchas cosas, pero no podemos olvidar que es un fin en sí mismo. Y no podemos valorar la conveniencia de enseñar unas cosas u otras tan solo por su utilidad. 

Como se ve, las ideas de ambas corrientes (Comenio y los pesimiestas), tienen un amplio eco en la actualidad. Esta visión utilitarista de la educación, la visión mecanicista de la pedagogía como herramienta infalible... están presentes en muchas de las propuestas actuales.

Bibliografía:
  • de Viguerie, J. (2019). Los pedagogos: ensayo histórico sobre la utopía pedagógica (1st ed., pp. 27-44). Madrid: Ediciones Encuentro.