sábado, 28 de julio de 2018

En defensa de la instrucción directa



En nuestro país, una de las ideas que cuesta más que 'cale' es qué es realmente la instrucción directa. Con este objetivo, en el blog he dedicado numerosas entradas a explicar lo que es la instrucción directa:

1. Tradición y progreso en educación (IV): La instrucción directa, una primera aproximación a la instrucción directa

2. Tradición y progreso en educación (VI): Los métodos de instrucción, una comparación de la instrucción directa con otros métodos de instrucción

3. Tradición y progreso en educación (XI): Profundizando en la instrucción directa, artículo en el que se distinguió entre los diversos modos de instrucción directa

5. Los 10 principios para una buena instrucción explícita, una adaptación de un artículo de Ben Newmark

6. Dos post en los que se habló sobre la importancia de la instrucción directa explícita durante los primeros años:

Sin embargo, sigo viendo que no se entiende lo que es la instrucción directa, y cuando se habla de ella suele ser con un tono despectivo o crítico. Solo hace falta ver, por ejemplo, algunas de las páginas en las que se comparan la instrucción directa y el aprendizaje basado en proyectos o en problemas (aquí, aquí). Me gustaría precisar diversas cosas a las críticas que se le hacen:

a) La instrucción directa no es una clase en la que solo habla el profesor, los 50-60 minutos. Lo que la caracteriza principalmente es que el contenido, habilidad, procedimiento... que se quiere trabajar es presentado de forma directa al alumno, ya sea a través de las explicaciones del maestro o del material (libro de texto, libro, actividad), que se realiza. Se parte de la idea de que el contenido puede ser transmitido de forma significativa, y el alumno es capaz de aprenderlo. En este contexto, el maestro tiene un papel muy importante, ya que tiene un papel fundamental tanto en la transmisión como en la mediación entre el que aprende y lo aprendido. 

Esto la diferencia del aprendizaje por descubrimiento, en el que se crean las condiciones y el alumno ha de ser el que, por sí solo, con la intervención mínima del maestro que ejerce un papel de guía, conecte y descubra las ideas para llegar al aprendizaje. Es cierto que entre estas dos posturas hay matices, pero a grandes rasgos esto es lo que las diferencia

b) Como hemos comentado antes, en una clase en la que se usa la instrucción directa bien, el maestro no hablará habitualmente 50-60 minutos (salvo que sea una clase magistral, que es un tipo de instrucción directa que requiere un alto nivel de habilidad), sino que lo que habrá será:
- Explicaciones breves del maestro de 5-10 minutos
- Trabajo individual
- Ratos de trabajo por grupos cooperativos
- Preguntas constantes e interacción con el profesor
- Trabajo por parejas
- Repaso del trabajo previo
- Evaluación constante de si el alumno aprende, de hacia dónde orientar la clase

Habitualmente en una buena clase de instrucción directa, se alternan diversos tipos de actividades durante la sesión. No he leído el libro de Graham Nuthall 'The hidden lives of learners', pero el otro día a través del blog Profesmadeinuk descubrí una idea interesante. Según Nuthall, en el aula hay 3 mundos:
- El guiado, del que se encarga el profesor
- El entre iguales, de los alumnos
- El interno
Una de las cosas que afirma, es que para que un contenido, habilidad... se aprenda ha de pasar por las diversas etapas, cosa que tiene sentido si se relaciona con el grado de asunción progresiva de autonomía del alumno, en la medida que consolida un aprendizaje. En este contexto, la instrucción directa se convierte en un elemento fundamental para todos los alumnos, especialmente para aquellos con más dificultades que necesitarán más guía del profesor.

c) La instrucción directa no está descontextualizada de la realidad. En una clase de matemáticas, ciencias, lengua... se enseñan cosas sobre el mundo, sobre el conocimiento científico, cultural... y eso no es que esté descontextualizado. Aquellos que afirman lo primero lo hacen partiendo de un prejuicio.

d) Otra cosa que se suele afirmar es que la instrucción directa es unidireccional y vertical, de arriba a bajo. Esto no es cierto. En una buena clase de instrucción directa, hay una constante relación entre el profesor y el alumno. El maestro evalúa cómo va el aprendizaje, hay constantes preguntas, el profesor se apoya en la colaboración de los alumnos entre sí cuando hay actividades por parejas, por grupos... si es de ciencias quizás organizará un experimento guiado paso a paso.

Tampoco es cierto que sea rígida. Precisamente permite al maestro ver de forma mucho más clara en qué puntos tienen dificultades los alumnos, cosa que con el aprendizaje por proyectos es mucho más difícil. Si ve que se paran en algún punto, reorientará la clase, las actividades.

e) Otra crítica suele ser que se basa exclusivamente en el trabajo individual. Como hemos visto antes, esto no es cierto.

f) Un argumento habitual también suele ser decir que es pasiva, que el alumno es un 'mero receptor de contenido'. Para aprender, un alumno ha de estar activo, y en la clase de instrucción directa lo está. El maestro cuestiona a los alumnos de forma habitual, con métodos como 'Cold calling', en el que hace preguntas de forma aleatoria a cualquier maestro, les pide a todos que contesten una cuestión, los pone a trabajar de forma individual y concentrados, luego por grupos o parejas...

h) No faltarán los que la acusen de memorística, pero aquí aparece la pregunta de siempre. Toda actividad o experiencia educativa tiene que ser memorística, ya que solo aquello que queda en la memoria se aprende. Hacer actividades con las que los alumnos no aprendan no es quizás la misión de la escuela. Algunos quizás la acusan de provocar que los estudiantes sean acríticos. ¿Por? El maestro puede fomentar la valoración de diversos puntos de vista, el pensamiento crítico... también desde la instrucción directa.

i) Está también la cuestión de la motivación. ¿Lleva la instrucción directa a la desmotivación del alumnado? Si se hace bien, no. Hay numerosos casos de escuelas de contextos desfavorecidos en las que la opción por un enfoque basado en la instrucción directa ha conseguido la mejora de resultados, de motivación... de todo el alumnado. Solo hace falta ver casos como las Uncommon Schools, de Doug Lemov, Michaela Community School... y más. La instrucción directa bien hecha motiva al alumnado por lo activa que es.

De todo lo comentado, una idea que me gustaría que quedara clara es lo que es realmente la instrucción directa. En esta habla el profesor, sí, en ciertos momentos, y el trabajo individual tiene un papel importante, pero no queda cerrada a que haya trabajo por grupos cooperativos, parejas, algún pequeño juego, experimentos, debates... Precisamente, estos se usarán según el contenido, área, edad... que se trabaje.

¿Significa esto que piense que tiene que ser el único método que se utilice en el aula, y que el aprendizaje por descubrimiento no ha de tener ningún papel en el aula? No. Ya lo he comentado antes en el blog. El aprendizaje por descubrimiento, en sus diversas posibles concreciones (aprendizaje basado en problemas, aprendizaje basado en proyectos, etc) tiene su lugar en el aula y en la secuencia didáctica. ¿Cuándo? Un caso es, por ejemplo, cuando hablamos de alumnos que ya dominan un contenido a un nivel alto y queremos que profundicen en él, aplicando lo aprendido. ¿Cómo se podría traducir a la práctica a nivel escolar? Después de todo un curso trabajando diversas áreas, se podría realizar un proyecto interdisciplinar de aplicación de lo aprendido: bien con un reto, bien planteando un problema... 

Es el caso de aquellos que son expertos en un tema. Pongamos quizás un médico que lleva ya un tiempo trabajando, o de un empresario joven que ha empezado con su empresa. En ese caso, la mejor forma de que sigan desarrollando sus conocimientos y habilidades suele ser ponerlos delante de estudios de casos, con situaciones de la vida real... Lo que querría destacar es que lo fundamental es seleccionar bien el momento de la secuencia didáctica en que este tipo de trabajo se incluye, y no será al principio de ella. Para un alumno que ha de aprender las tablas de multiplicar, la mejor opción no será hacer un proyecto que implique aplicarlas, sino que necesitará instrucción directa, para que se le explique el concepto de la multiplicación, práctica individual, para dominarlo, práctica por parejas, para repasar, quizás ver un modelo físico del concepto que le ayude a entenderlo...

Por último, otra cosa que quiero destacar es que hay que dejar de 'confundir' lo que algunos llaman 'clase tradicional' (un tipo de clase que en el imaginario colectivo recoge todos los prejuicios que he comentado previamente) con la instrucción directa. Esta última es una estrategia didáctica real, de la que hay constancia que tiene efectos positivos. El aprendizaje por proyectos, en cambio, tiene más de un siglo, y no se lo ponen etiquetas. Creo que tenemos que huir de la etiquetas y valorar las cosas por su efecto real y a partir del conocimiento y evidencia que se tenga.


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