Photo by NeONBRAND on Unsplash |
Hace cosas de unos días, Eduard Vallory, uno de los máximos responsables de Escola Nova XXI, publicó un artículo titulado 'Superar el temario'. El artículo tenía como foto principal una imagen en blanco y negro, gris, en la que se veía una estampa curiosa: era una clase quizás de inicios del siglo XX que era como si se hubiera trasladado al medio de un campo, con una profesora dando la lección mientras un grupo de ovejas huyen de la escena. No he querido profundizar en lo que quería significar.
(adjunto la imagen; Fuente: HULTON ARCHIVE;/GETTY) |
El artículo estaba lleno de contradicciones. Vallory empieza criticando que, en COU, a estas alturas del curso, le hablaron de la I Guerra Mundial, pero no se dijo nada de la gripe española, una de las pandemias más importantes del siglo pasado. A continuación, se refiere al informe Faure de la UNESCO sobre educación (1972) para reivindicar que ya entonces se decía que en la escuela ya no se han de adquirir de forma aislada conocimientos definitivos. Cuando llegué a este párrafo me bloqueé un poco. ¿Cómo puedes criticar que no se incluyera la gripe española en el temario que estudiaste y, a continuación, defender que no hay que adquirir conocimientos definitivos? No entendía nada. La gripe española es un conocimiento definitivo: es un hecho histórico, que se podrá interpretar, valorar... pero está ahí. Comparto con él que es un elemento clave para poder entender las consecuencias de la I Guerra Mundial, pero es que de aplicar su segundo criterio, no tendría ningún tipo de validez que lo incluyéramos en el currículum.
A continuación, habla de que, los sistemas educativos de la mayoría de gobiernos, siguen respondiendo al "paradigma tradicional de la enseñanza transmisora: una superposición de asignaturas y lecciones en que los docentes son la fuente de conocimientos y los alumnos los receptores". ¿Cómo? ¿Por qué esta crítica a la organización por asignaturas? ¡Si son una gran herramienta! Cuando se empieza a estudiar algo, la organización del conocimiento es fundamental: la lengua, las ciencias, las naturales, las matemáticas... por supuesto que hay que buscar la interdisciplinariedad, pero hay que hacerlo después de trabajar los ámbitos de conocimiento. Pongamos el ejemplo del fútbol: claro que para aprender a jugar a fútbol hay que practicar. Pero solo con ello no hay suficiente, o tardarás mucho más. ¿Los equipos de fútbol qué hacen? Trabajan la técnica, la táctica, el físico... y por supuesto, juegan. Pero es que agrupar los conocimientos por materias es una gran ayuda para construir los esquemas básicos que todos necesitamos. Luego está su crítica a la transmisión por parte del maestro. Los maestros tenemos que ser expertos en lo que enseñamos. ¿Es malo que seamos expertos? Pero es que también nos basamos en lo que ya saben los alumnos (conocimientos previos), y utilizamos los libros, vídeos, experimentos o herramientas que hagan falta para posibilitar el aprendizaje por parte del alumno. ¿Por qué este planteamiento maniqueo por parte de Vallory? El protagonista del aprendizaje es el alumno, pero es fundamental la relación personal que establece con el profesor alrededor de un contenido o aprendizaje.
Luego viene la siguiente frase: "la formación integral requiere un aprendizaje que supere el aislamiento entre asignaturas y, sobre todo, entre educación y mundo". ¿Dónde está ese aislamiento? Si los ámbitos de conocimiento se refieren precisamente a la realidad y, de una forma ordenada, facilitan su estudio. Estoy cursando la carrera de Humanidades y ahora curso la asignatura 'Mundo antiguo'. Y agradezco que me pueda centrar en esta etapa y no tenga que estar a la vez con la Edad Media, la Moderna y la Contemporánea. ¿Por qué? Porque facilita que pueda profundizar en un período en el que no soy experto. A continuación, viene la reivindicación del aprendizaje competencial, que ha de partir de 'situaciones cercanas a la realidad'. Sí, pero para demostrar competencia, primero tienes que haber aprendido algo. Pongamos otro ejemplo como el carnet de conducir. Para aprender a conducir hay que aprender primero y repitiéndolo muchas veces a poner el embrague, las marchas, girar... Y ya vendrá el momento de "ser competente en la vida real", pero es que Vallory propone empezar la casa por el tejado.
Después de una serie de afirmaciones con cierto tinte ideológico, afirma: "saber responder a exámenes no implica haber integrado competencias básicas científicas y matemáticas, condición de posibilidad de una ciudadanía crítica y responsable". Ahora le toca recibir a los exámenes. Los exámenes y tests son herramientas muy valiosas para el aprendizaje. Y es que en el currículum competencial que defiende Vallory y en los mil y uno documentos que ha publicado Escola Nova XXI no veo tampoco ninguna herramienta que permita valorar si se han integrado esas competencias básicas científicas y matemáticas que comenta.
Y dice "vivimos en un momento histórico en que el conocimiento científico sobre cómo los humanos aprendemos, pide una aproximación flexible, competencial, colaborativa y personalizada del aprendizaje". ¿Cómo? No. En las redes sociales le he pedido que justificara alguna vez esta afirmación, pero nunca ha contestado. La psicología cognitiva no va en la línea de lo que afirma y defiende Vallory. Los aprendices noveles necesitan de un entorno estructurado, ir de lo sencillo a lo complejo... y las asignaturas son una gran herramienta aquí. Por supuesto que para los aprendices expertos los proyectos, las actividades interdisciplinares... son una oportunidad que los ayudará a profundizar y llegar más allá, pero no en el orden que defiende Vallory. Podríamos hablar también de la teoría de la carga cognitiva, del ambiente sociocultural... Y es que el modelo que propone Vallory ya se ha probado, y a quien perjudica más es a los que menos tienen, porque no pueden compensar en casa la falta de inputs culturales de exigencia, trabajo y aprendizaje en la escuela.
Habla a continuación de la actualización, como si en lo que él etiqueta como "escuela tradicional" no la hubiera. ¿Cómo? Si los currículums siempre se han actualizado. ¿Se sigue acaso explicando que la tierra es plana? ¿Se sigue diciendo que Plutón es un planeta? Me parece que no.
Y es en este contexto que quiero defender una escuela basada en el conocimiento. Cada vez son más las personas que defendemos una escuela que sea una herramienta cultural, exigente, que sirva para potenciar que todos los alumnos puedan alcanzar plenamente sus posibilidades. Una escuela que nos transmita la gran riqueza de conocimientos científicos, literarios, históricos, sociales, musicales... que conforman nuestra cultura y que nos permitan relacionarnos con el presente y cambiar el futuro.
Esta escuela puede basarse en las asignaturas, esa fantástica herramienta para organizar los conocimientos y conceptos de la mejor manera. En esa escuela se puede hacer exámenes, gran herramienta de aprendizaje, tanto para la evaluación como la calificación. Una escuela en la cual no se contrapongan evaluación y calificaciones, ya que tienen sentidos diferentes. Una escuela en la cual para defender los aspectos positivos del aprendizaje cooperativo o de los proyectos, que para determinados objetivos y contenidos son una gran herramienta, no haya que criticar la transmisión. Un sistema educativo en el que sigan los principales principios de la psicología cognitiva y de la educación basada en evidencias, con unos principios claros. Quiero animar desde aquí a leer los libros "Cómo aprendemos" de Héctor Ruiz Martín y "La escuela no es un parque de atracciones", de Gregorio Luri, que pueden ser la herramienta básica y fundamental para posibilitar un cambio educativo real después de esta crisis.
He querido contestar a este artículo porque creo que es cada vez más importante que, los profesores que pensemos diferente, no nos callemos y seamos capaces de defender una alternativa y posibilitar un debate profundo que permita, a la larga, la mejora educativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario