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No he escrito nada en el blog durante las últimas semanas, que han coincidido con el inicio de la crisis del Coronavirus (las últimas entrada son del fin de semana del 1 y 2 de marzo, el fin de semana previo a que se agravara la situación).
En esta breve entrada, quiero comentar varios temas que han salido durante estos días. El primero es la tendencia que he visto en algunos ambientes educativos, por parte de los agoreros de siempre, a afirmar que estábamos ante un cambio de paradigma. Según estos, la situación en la que se han tenido que suspender clases estaría mostrando la necesidad de cambiar y abandonar el paradigma tradicional (este artículo de Eduard Vallory va en esta línea). Otros, por su parte, defienden que la suspensión de las clases presenciales sería el 'empuje' definitivo a la docencia online y el uso de las tecnologías.
En este sentido, no puedo estar más en desacuerdo con este tipo de afirmaciones. Estamos en una situación de emergencia, y lo que está intentando hacer el sistema educativo con clases online, etc. busca compensar lo que se hace habitualmente, pero lo que se haga nunca será igual de bueno que la educación presencial. ¿Por qué? Porque la enseñanza y el aprendizaje son un acto profundamente humano y, en él, es fundamental precisamente esa relación personal que se establece entre dos personas, alumno y profesor, alrededor de un contenido. Muchos están empezando a constatar precisamente esto, cómo echan en falta, al tener que funcionar a través del correo, o de un Classroom, esa relación personal, la mirada, esa conversación...
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Algunos dirán, ¿pero no existe educación online de probada eficacia? Sí, existe educación online (yo, personalmente, llevo estudiando varios años diversas asignaturas, cursos... online), pero está enfocada especialmente para las edades superiores: etapas post-obligatorias como el Bachillerato, la FP o la universidad y, apurando, los últimos cursos de secundaria. ¿Y por qué no suele haber programas para los cursos anteriores? Porque para tener éxito en la educación online hace falta tener una capacidad de autorregulación, de habilidades básicas (de lectura, de escritura, de uso de herramientas digitales...), de conocimientos básicos... que hace que para las edades inferiores no sea la mejor opción. ¿Significa esto que no tengamos que hacer nada, entonces, en este contexto? No, no quiero decir eso. Es bueno que intentemos llegar al máximo número de alumnos en esta situación y que les facilitemos recursos digitales, analógicos... para que puedan progresar en su aprendizaje, pero teniendo siempre en cuenta que nunca será tan buena opción como la docencia presencial. Y nunca habrá nada como tener un contexto cultural familiar sano y rico culturalmente, en el que haya conversaciones familiares, buenas bibliotecas, en el que se puedan leer clásicos, escuchar buena música...
Este era uno de los temas. El otro es alrededor de todo el debate que ha surgido en los últimos días sobre la evaluación y la calificación del curso. No me sorprenden las 'Fake News' que propagan algunos medios alrededor de cuestiones como el pretendido 'aprobado general en Italia'. Italia no ha aprobado un 'aprobado general'. Simplemente ha propuesto medidas de flexibilización que, curiosamente, son tremendamente parecidas a las que se tomarán en España. Contar los 2 primeros trimestres y que las calificaciones del 3º trimestre que están llevando a cabo en casa no perjudiquen al alumno teniendo en cuenta el efecto que puede tener su contexto sociocultural familiar durante estos días.
En España se defiende que, en el contexto actual, la repetición se reserve a casos extraordinarios. Y me parece bien. ¿Realmente queremos que un alumno que tenga graves problemas de comprensión lectora, o que no haya aprendido a leer en 1º y 2º... pase al siguiente curso? ¿No somos conscientes de lo bien que les va a algunos alumnos poder tener un curso más para madurar y enganchar con los aprendizajes básicos? En Italia se propone que los alumnos que hayan suspendido empiecen el curso antes. ¿Realmente preferimos esto para ellos? Estamos ante un tema serio, que merecería un debate a fondo y que toda la sociedad remase a una en ello. Tengo la sensación, sin embargo, de que vamos a salto de mata y los medios de comunicación se limitan a tratar el tema desde un punto de vista ideológico en el que se devalúan el conocimiento, el esfuerzo...
Un último tema serían las críticas ideológicas a las calificaciones. Calificar, poner notas numéricas... es un proceso necesario en educación, que no tenemos que oponer a la evaluación. Estoy totalmente de acuerdo en que no se podrá hacer con los mismos criterios que en un contexto presencial, pero ¿Por qué esta manía de oponer evaluación y calificación? Recupero un par de párrafos de un artículo que escribí sobre esta falsa oposición:
Es que la evaluación calificativa es una gran herramienta. Y sí, no todos obtenemos los mismos resultados en ella, pero es beneficiosa. Si ahora me presentase a una carrera de 100 metros lisos o a una oposición de médico pues seguramente no tendría buenos resultados, pero es lo que hay. Y nos irían bien más pruebas de evaluación diagnóstica, generales y numéricas que, en momentos claves de la enseñanza nos dieran registros de resultados: sobre el aprendizaje de la lectoescritura, en el cambio de 3º de primaria a 4º, en el cambio a secundaria, etc.
Y es que la mejora de la evaluación formativa no ha de ir en detrimento de las calificaciones y de las notas. ¿Por qué se contrapone el uso de rúbricas, de cuestionarios de autoevaluación, de cuadernos de reflexión, la evaluación constante del profesor en el aula... al uso de las calificaciones? No hay que oponerlos.
Espero volver a escribir en el blog y a retomar las lecturas sobre educación en los próximos días. Mucho ánimo a todos.
2 comentarios:
Buenos días,
Este no es el blog de Gregorio Luri (aunque sea uno de los referentes que se citan de forma habitual en este blog). El blog de Gregorio Luri es este:
https://elcafedeocata.blogspot.com/
Un saludo.
Gracias,
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