Después del programa de '30 minuts' que se emitió en TV3 el domingo pasado, el lunes me encontré con una entrevista a Sugata Mitra en El País: http://economia.elpais.com/economia/2016/09/18/actualidad/1474226496_636542.html.
Había oído hablar algo de él: que había iniciado un proyecto de ofrecer acceso gratuito a internet a niños de barrios desfavorecidos en la India, que había recibido el galardón TED prize... Pero no había investigado más sobre él. Me llegó entonces, compartida por Facebook, la susodicha entrevista. De entrada, ya el titular, me hizo esperarme lo peor: 'Los exámenes ya no sirven, son una amenaza', y así fue. Es otro experto de la educación que no sale del maniqueísmo pedagógico.
Sugata Mitra aboga por acabar con los exámenes como instrumento de evaluación porque, a su parecer: 'la época de las trincheras ya ha terminado y los estudiantes ya no necesitan aprender con la amenaza y el miedo como una constante' (sic). ¿Cómo? Por favor, sr. Mitra, ¿¿¿qué tiene que ver el llevar a cabo una prueba de evaluación de una habilidad, de unos conocimientos en que se pone una calificación numérica con 'las trincheras, la amenaza y el miedo'???
A continuación, se justifica en la neurociencia para hablar de que el centro de nuestro cerebro se encuentra en el cerebro reptiliano. Este está constantemente evaluando las posibles amenazas y, ante los exámenes, según Mitra, lo que el cerebro pedirá a un estudiante será ¿¿¿¿'salir corriendo'????. Creo que no hace falta decir nada más... No sé qué idea de educación o de examen tiene Mitra en la cabeza.
En la siguiente parte de la entrevista habla sobre su 'experimento', por el cual fue galardonado. Los presupuestos de los que parte (aprendizaje sin enseñanza dirigida, el poner el uso de internet sin ningún tipo de control en el centro del aprendizaje...) son ampliamente contradecidos por la investigación educativa. No me alargaré, pero sí que puedo compartir un artículo en el cual se habla sobre Mitra:
También, en el libro 'Urban myths about learnind and education' de Bruyckere se dedica un capítulo entero a hablar sobre la falta de fundamentación científica del experimento de Mitra.
La 'traca' llega al final. Cuando le preguntan sobre la falta de evidencia científica de los resultados de su proyecto 'SOLE' habla de que ya se está planteando cambiar el modo de evaluarnos (mmm, como no se consiguen resultados positivos reales en los ámbitos que se evalúan habitualmente, pide cambiar la evaluación; quizás es que no sirve para el aprendizaje...). Y pone como evidencia de éxito que... más de 10.000 profesores están hablando de SOLE en... TWITTER!!! ¡Por favor! Si el grado de verdad depende de cuándos hagan mención de algo en las redes sociales, vamos mal.
Entre que un niño no tenga nada de nada para aprender (ni maestro, ni escuela...) y que tenga acceso libre a un ordenador, pues seguramente con esto último será algo mejor, pero de ahí a querer generalizarlo hay un buen trecho. La evidencia científica afirma que los planteamientos de guía mínima tienen efectos muy limitados o negativos en el aprendizaje, benefeciándose solo algunos alumnos que acostumbran a tener buenas capacidades o un buen contexto económico y cultural.
Sugata Mitra entra dentro de esos 'gurús' como Schank, Robinson, Gerver... Que basan su actuación en ir dando charlas, hablar en TED... Suelen ofrecer titulares efectistas, pero su discurso adolece de una importante falta de profundidad.
Frente a estos planteamientos, quiero defender el papel de la evaluación, y reivindicar el papel de los exámenes como herramienta para el aprendizaje y la evaluación en manos del profesor. Un aspecto que no podemos olvidar es que exponer a un alumno a ser evaluado le ayuda a retener y a consolidar su aprendizaje, porque le ayuda a recuperar la información que tiene almacenada en su memoria a largo plazo. Son una herramienta útil y contrastada que se puede combinar con otros instrumentos de evaluación como los diarios de aprendizaje, las rúbricas, las autoevaluaciones...
Como afirma Mar Ferrero, escritora del blog Si tú supieras, tenemos que evitar los extremos: ni el no evaluar bajo ningún concepto ni el solo llevar a cabo una evaluación calificadora, que se limite a poner notas numéricas, sin dar la oportunidad al alumno de ver y aprender lo que le falta. No tenemos que confundir la evaluación con la calificación. Esta última es parte integrante y necesaria de la primera.
Desde siempre al hablar de evaluación se ha hablado de tres tipos:
- La evaluación inicial, para valorar el nivel de conocimientos previos de cada alumno, en qué punto está...
- La evaluación formativa: que se lleva a cabo durante el aprendizaje mediante rúbricas, registros, autoevaluaciones para orientar al alumno en el proceso de desarrollo de una habilidad, de adquisición de un conocimiento...
- La evaluación final: que se lleva a cabo para cerrar la unidad didáctica y que, según la tipología del conocimiento (de si es un proceso, un concepto... ) Podrá ser una redacción, un examen, unos problemas.... En la evaluación final se valora el grado de adquisición de un conocimiento y se acostumbra a poner una calificación: un indicador numérico o una letra con el que se indica el punto en el cual se encuentra el alumno.
Por supuesto que el alumno no es un número, y que la evaluación es mucho más, pero para la política educativa, para la valoración a nivel global, para juzgar el grado de aprendizaje de un grupo... También tenemos que sacar una calificación. Y esta calificación, según el tipo de habilidad, de conocimiento, de proceso que estemos trabajando pues la sacaremos mediante una rúbrica de valoración, o bien con un examen con nota del 1 al 10, o con una dinámica de evaluación continua con porcentajes... No tenemos que oponernos de por sí a un instrumento útil y validado por la práctica educativa: para ello tenemos que evitar dejarnos llevar por los mensajes de determinados gurús de la educación.
2 comentarios:
Excelente post, Andrés.
Gracias Marta, tu blog Si tú supieras es una referencia!
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