martes, 6 de septiembre de 2016

Tradición y progreso en educación (VI): Los métodos de instrucción





Últimamente he estado leyendo e investigando sobre la instrucción directa. Leyendo sobre el tema en internet, me topé con el siguiente cuadro, que me llamó poderosamente la atención:

Me interesó porque era la primera vez que veía organizadas, alrededor de un concepto común, 'habilidades de instrucción' los diversos métodos de instrucción y aprendizaje que existen. Seguramente me sorprendió porque enfoques como el que muestra esta imagen, que integran las diversas metodologías, son más bien escasos en España y hay que irse a países como los EE.UU., el Reino Unido, Australia... para encontralos. Otro material interesante que descubrí fue esta presentación de Slideshare en la cual se explican un poco más a fondo las diversas habilidades de instrucción.


En ella, ante la pregunta de cómo elegir la mejor estrategia de instrucción, se afirma que:

a. Para elegir la mejor estrategia de aprendizaje el maestro se ha de fijar en:

- El currículum: el tipo de conocimiento, proceso, habilidad... que se quiere enseñar. Para aprender un aspecto de la ortografía, de conciencia fonológica o un concepto matemático posiblemente sea mucho mejor una actividad de instrucción directa, mientras que para trabajar una habilidad social será mejor optar por una actividad interactiva (trabajo cooperativo, juegs de rol...)

- Las experiencias previas y el conocimiento previo de los que aprenden: aspecto clave. ¿Qué vocabulario tiene los alumnos? ¿De dónde vienen? ¿Tienen los conocimientos fundamentales? La evidencia y la investigación afirman que la instrucción directa es el mejor método para la enseñanza de las habilidades fundamentales. Este será el paso previo antes de optar por estrategias de descubrimiento (instrucción indirecta)

- Los intereses de los que aprenden y su foma de aprender: otro aspecto fundamental. Tendremos que intentar conectar con su entorno más inmediato de experiencias pero sin rebajarnos a ellas, especialmente en el caso de los de situaciones más desfavorecidas.

- Los niveles de desarrollo de los que aprenden

b. Acaba afirmando que hay que emplear una variedad de estrategias para alcanzar los objetivos de aprendizaje

En nuestro entorno más próximo brillan por su ausencia las propuestas que opten por visiones integradas de la instrucción y del aprendizaje. Esto me lleva a diversas reflexiones:

- Como comentaba en el artículo sobre la instrucción directa (http://unestelalalba.blogspot.com.es/2016/08/tradicion-y-progreso-en-educacion-iv-la.html), esta suele brillar por su ausencia, tanto en las facultades de educación como en las principales propuestas pedagógicas. Se la acostumbra a confundir con una de sus posibles actividades, la 'lección magistral', y es denostada obviando que es de las prácticas con más evidencia científica y resultados.

- La instrucción indirecta, que incluye actividades como el descubrimiento guiado, los proyectos, el aprendizaje basado en proyectos... Está muy en boga, pero acostumbra a presentarse desde posturas globalizantes que dejan de lado la complejidad que tiene para los alumnos aprender de esta forma. Cada vez hay más métodos y colegios que apuestan por el aprendizaje por descubrimiento, pero acostumbran a caer en la vaguedad y en dejar importantes lagunas. ¿Por qué? Porque no han hecho la reflexión previa de valorar qué aprendizajes hay que trabajar de una forma y cuáles de otra. Es un método que será válido en algunas ocasiones, pero no se puede generalizar a todas las situaciones.

- La instrucción interactiva es otro de los ámbitos que está en boga, sobretodo por lo que se refiere al trabajo cooperativo, del cual hablaré en próximos artículos. Como con el aprendizaje por descubrimiento, es necesario afrontar el reto de combinarlo con las otras estrategias y no solo desde planteamientos constructivistas, como suele presentarse.

- El aprendizaje experiencial, aunque más reivindicado que la instrucción directa, a veces es olvidado. Incluye la experimentación científica, el teatro, los trabajos de campo...

- Y para acabar, el estudio individual, otra de las grandes patas que a veces es dejada de lado. En ella se incluyen los reportajes, ensayos...

He leído un poco por encima los cuaderno del proyecto Horitzó 2020 de los Jesuitas. En ellos, entre otras cosas, afirman que llevarán a cabo el 60% del currículum por proyectos. Luego hay propuestas como la del Colegio Montserrat, que trabaja también por proyectos de comprensión, la de los escolapios... Y desde finales del curso pasado el proyecto Escola Nova 21. En todos estos casos veo que falta llevar a cabo esta reflexión previa que comentaba antes de valorar que, en función del contenido, de la edad, de las características de los chavales que tenemos delante... Será mejor optar por una u otra estrategia de instrucción. En cualquiera de esas propuestas conceptos como el de la  'instrucción directa' brillan por su ausencia.

Y en este proceso no podemos dejarnos llevar por las buenas intenciones optando solo por aquello que nos parece más bueno. La evidencia científica y la investigación educativa tienen ya más de 100 años, y tenemos experiencias como la de Dewey y Kilpatrick en los EE.UU., la escuela republicana, Rosa Sensat aquí, la escuela progresista en la URSS... que nos muestran que determinadas propuestas no funcionan. Pero para llevar a cabo este debate es importante tener claros los fines de la escuela, el a dónde queremos llegar y el valor que tiene la educación y la cultura común.

Hace poco, Gregorio Luri, compartía la siguiente cita de un pedagogo en su blog (al final del artículo) en una interesante entrada, La paleoinnovación pedagógica:

«Los adultos de mañana se enfrentarán con problemas cuya naturaleza hoy no nos podemos imaginar. Tendrán que vérselas con trabajos que aún no han sido inventados. Necesitan un curriculum que les enseñe a hacer preguntas, a explorar, a interrogarse, a reconocer la naturaleza de los problemas y cómo resolverlos». 

Esta frase, que parece de Robinson, Gerver o cualquiera de los gurús que tenemos hoy en día, es de Peter Mauger, pedagogo británico, y la dijo en 1966. No podemos caer en el peligro de, en educación, dejarnos llevar por frases grandilocuentes dejando de lado lo fundamental: el crecimiento y la mejora personal, académica y humana de los alumnos que tenemos delante.

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