Desde hace ya un tiempo vemos cómo en los principales diarios de información general se habla cada vez más de educación. La información que se da, sin embargo, acostumbra a adolecer de falta de contraste y de rigurosidad. Dos ejemplos son el diari Ara y el diario el País. En concreto, el País ha publicado dos artículos que merecen ser comentados:
‘El cerebro necesita emocionarse para aprender’ (18 de julio de 2016):
Entrevista a Roger Schank: ‘El álgebra es como una religión y no enseña a pensar’ (27 de julio de 2016):
‘El cerebro necesita emocionarse para aprender’
Empecemos comentando el primer artículo. Está claro que las emociones tienen un papel importante en educación y que es importante motivar a los alumnos, buscando formas para interesarlos por el aprendizaje. Nadie lo negará. Pero las emociones no pueden ser el objetivo ni el fin único de la educación. El artículo llama la atención, porque pasa de empezar hablando de las emociones a atacar a la ‘clase magistral’. Incluye afirmaciones tan poco rigurosas como la siguiente:
En el año 2010 un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT), enBoston, colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión; prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.
¿Es esto un experimento? ¿Hay un grupo de control? ¿Qué entienden por clase magistral? Por supuesto que una ‘clase magistral’ en la que el docente se limite a pasar diapositivas y leerlas será absolutamente anodina, pero en ningún momento se explicita qué entienden por ello. Quiero compartir el siguiente artículo de Juan Alfredo Obarrio: http://www.universidadsi.es/la-leccion-magistral-la-universidad-del-siglo-xxi/ que defiende el valor de la auténtica ‘clase magistral’. Es una metodología plenamente válida, cuyo uso requiere unas habilidades de alto nivel que, cuando el que la lleva a cabo sabe hacerla, puede conseguir amplios resultados de aprendizaje en el alumno.
Luego sigue hablando sobre neurodidáctica y cita a un neuropsicólogo madrileño, José Ramón Gamo. Este se desmarca con afirmaciones como la siguiente:
Él y su equipo identificaron que el 50% del tiempo de las clases de primaria en España se basan en transmitir información a los estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en bachillerato casi el 80%. “Indagamos sobre lo que estaba sucediendo en las aulas y queríamos saber qué decía la ciencia al respecto, si ese método estaba justificado”
Me pregunto qué fundamentación científica tiene esta afirmación. Los profesores de primaria estamos hablando 30’????? Como mucho hablo 15-20’, y además alternando breves exposiciones con ratos de actividad por grupos, trabajo individual… Sorprende que un investigador no hable de aspectos como la instrucción directa, el aprendizaje por descubrimiento… Y critique una metodología (el profesor hablando más de la mitad de la clase) que no existe en las aulas.
Y luego está el tema de la neurodidáctica. Como en la psicología, hay de todo. Investigaciones que estén fundamentadas y que hayan permitido una mejora de la didáctica en el aula todavía hay pocas, y predominan creencias o métodos con poca fundamentación. Es importante actuar con criterio. Recomiendo el siguiente artículo sobre el tema: ‘The practical and principled problems with educational neuroscience’ (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26938449)
Entrevista a Roger Schank: ‘El álgebra es como una religión y no enseña a pensar’
Luego está la entrevista a Roger Schank. Sorprende que un medio serio como el País entreviste a un personaje así. Sus afirmaciones son preocupantes. En la entrevista empezamos viendo su antiintelectualismo y anticulturalismo, cuando critica que se estudie en los institutos las obras de Cervantes o de Shakespeare y que se aprenda la lengua, la historia… Para él todo esto es una pérdida de tiempo. ¿Cómo se le puede dar voz a alguien que va contra los fundamentos básicos compartidos de una sociedad como lo son la cultura, la historia…?
P. ¿Qué contenidos cree que se deberían enseñar en la escuela?
R. Te tienen que enseñar cómo tener una vida mejor y ser más feliz. Sin embargo, el sistema te dicta erróneamente lo que debes saber. Por poner un ejemplo, estudiar El Quijote en el instituto es un error. No te ayuda ni un segundo en tu vida, más allá de poder mantener una conversación sobre Cervantes. Es un sistema pensado para los intelectuales, pero hoy hacen falta otras competencias, como saber programar o conseguir un trabajo. Es importante ayudar a los niños a descubrir lo que más les gusta y para ello hay que ofrecerles programas abiertos y dejarles que decidan. Si un estudiante quiere ser médico, con programas de realidad virtual se pueden simular operaciones con pacientes reales y así puede descubrir si realmente le apasiona.
Luego carga contra las matemáticas:
'El álgebra es como una religión, todo el mundo cree que tiene beneficios pero no existe evidencia científica. No te podría decir la cantidad de personas que me han dicho que el álgebra enseña a pensar mejor, cuando no existe ninguna investigación que lo demuestre. Por eso digo que es como una religión; te dicen que Jesús visitó una montaña y, aunque no hay evidencias, la gente lo cree. Una vez terminado el instituto, nadie recuerda esos temas porque son inútiles y el 99% de los adultos nunca los han utilizado. Muchos estudiantes se sienten idiotas por no entender ese tipo de contenidos, genera frustración, hace a la gente llorar e incluso abandonar la escuela'
Creo que ya se comenta por sí solo. El utilitarismo de los planteamientos de Roger Schank, 'aprender solo lo que te pueda servir de forma práctica cuando dejes la escuela y que te interese’ es preocupante. Hay toda una serie de elementos que forma nuestro patrimonio cultural común como lo son las humanidades (la lengua, la historia, la literatura…) que tenemos que conocer. Lo mismo pasa con el pensamiento científico y matemático.
Son de traca las afirmaciones finales:
‘...mi interés real es destruir el sistema educativo.'
P. ¿Qué le recomendaría a un chaval de 18 años?
R. Que se tome unos años antes de la universidad para descubrir todo lo que no le ha permitido el sistema educativo, para que entienda quién es y qué le gusta. Cuando llegan con 23 o 24 años son mejores estudiantes porque saben por qué están ahí. Mientras tanto, cualquier opción es buena: voluntariados en otro país, trabajo o prácticas. En mi país hablamos de sexo, drogas y rock & roll, eso es lo que les toca a esa edad. ¿Alguien cree que tiene sentido pagar 50.000 dólares de matrícula para hacer eso?
Un ‘gurú’ que apuesta por la destrucción del sistema educativo y que a los 18 años busquen sexo y comiencen con las drogas. Increíble. Aún más que un medio ‘serio’ español le haga de altavoz... No podemos tomar referentes como estos.
Claramente, estamos sometidos a una campaña en pro de los planteamientos antiintelectualistas y antieducativos. La entrevista a Eduard Vallory en el diari Ara o el artículo de El Periodico contra las ‘aulas tradicionales’ iban en la misma línea. Tenemos que reivindicar el valor de la cultura y el conocimiento, de las humanidades y de una educación que recoja lo mejor de la buena didáctica, nueva y antigua, para ayudar a nuestros alumnos.
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