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Uno de los grandes elementos olvidados en la formación del profesorado, al menos en España, es el aprendizaje de las habilidades necesarias para gestionar un grupo de alumnos. Me parece que es un tema fundamental pero que se da por supuesto, por lo que se acaba cayendo en hacer lo mismo que cada uno ha visto durante su larga experiencia como alumno.
Esta cuestión no es baladí, porque detrás de cada enfoque existe una visión concreta de la persona, del conocimiento... que hay que tener en cuenta. No es lo mismo un enfoque conductista que uno constructivista o uno que tenga en cuenta la complejidad y profundidad de la persona.
En este sentido, me parece que es importante un enfoque que tenga en cuenta los siguientes aspectos:
a) La importancia de las expectativas. Es importante que los docentes tengamos claro qué se espera de los alumnos en cada aula; no solo a nivel curricular, sino también de cómo comportarse, de cómo tratar a los demás, de cómo reaccionar ante un error...
Estas expectativas es muy importante enseñarlas de forma explícita y comunicarlas a los alumnos para que puedan hacerlas suyas y conocerlas. Es importante evitar en este sentido una perspectiva exclusivamente conductista, externa.
Las expectativas del profesorado por lo que se refiere a los alumnos marcan de forma muy importante el éxito de estos. Es importante que los alumnos vean que se espera de ellos que respeten a los compañeros, que trabajen de forma concentrada e intensa, que escuchen a los demás y, como remarcaba, es fundamental el hacerles ver el por qué son estas actitudes deseables, que valen la pena porque los harán mejorar.
b) Las rutinas y las normas. Es importante tener una serie de rutinas claras, que respondan a lo que se espera de los alumnos: cómo se empieza la clase, cómo se acaba, cómo se trabaja en grupo, lo que se espera que se haga al llegar a clase... El tener una serie de rutinas interiorizadas ayuda a ganar tiempo y da seguridad a los alumnos, cosa que les permite centrarse en el aprendizaje. Estas rutinas requieren que se dedique tiempo a ellas y también a su proceso de interiorización.
Son igualmente importantes las normas, que harán referencia a las expectativas que indicábamos antes (ser puntuales, respetar a los compañeros...). Todo grupo de personas, necesita una serie de normas mínimas para funcionar.
c) Consecuencias: ¿tiene que haber un sistema de consecuencias para gestionar los conflictos y problemas que aparezcan? Sí, debe de haberlo, pero no puede ser nunca lo primero y principal. Primero hay que trabajar todo lo que comentábamos antes: pensar qué queremos realmente de los alumnos, expectativas claras, trabajar la existencia de una rutinas... ya que su existencia acaba por posibilitar que sean muchos más los alumnos, realmente implicados, que tengan éxito.
Aquí el problema de la visión conductista en educación ha sido poner el sistema de consecuencias (que tiene que existir y estar marcado y establecido) como el elemento primero y principal, partiendo de planteamientos que se basan en premiar y castigar de forma externa comportamientos dejando de lado la importancia que tiene la relación personal entre el profesor y el alumno y lo que se espere de él.
Para evitar caer en ese conductismo, es fundamental la creación de una cultura de aula en la que existan unas expectativas altas y en la que se vivan realmente una serie de valores, remarcándose el valor de hacer las cosas bien por el valor intrínseco que esto tiene, ya que hace mejores a los alumnos en ese momento concreto.
Como remarcábamos al principio, este ámbito es uno de los grandes olvidados en la formación del profesorado en España (junto con otros temas claves como la filosofía de la Educación). En otros países, Doug Lemov, Tom Sherrington, Tom Bennett... son algunos de los que han reflexionado sobre este tema y tienen abundante bibliografía. ¿Qué pensáis?