sábado, 2 de mayo de 2020

El escándalo de Michaela Community School: ir contracorriente


Estoy leyéndome el libro de Gregorio Luri, "La escuela no es un parque de atracciones", y el otro día llegué al capítulo en el cual habla sobre Michaela Community School. En estas, me topé con el tuit que he puesto como encabezado de este artículo de su directora, Katharine Birbalsingh, con un interesante vídeo que resume algunos rasgos de la filosofía de la escuela. Ya he comentado en algunas ocasiones, que algunas de las cosas que planta las aplicaría de forma diferente, pero ello no quita que sea un ejemplo inspirador.

Photo by Tim Mossholder on Unsplash

Un primer punto que destaca es que, en Michaela, los maestros lideran, tienen el papel protagonista de dirigir el aprendizaje de los alumnos. Los alumnos, en este contexto se sienten seguros para aportar, para contestar... porque saben que los maestros están con ellos, y no los dejarán solos. Este es un primer punto que me gustaría destacar y reivindicar. En un contexto como el actual, en el que parece que los maestros tengamos que limitarnos a ser simples 'coach' o 'generadores de oportunidades de aprendizaje', se agradece que haya alguien que reivindique el papel del maestro como director de orquesta. ¿Por qué no? Que el profesor dirija, ¿significa que los alumnos estarán desmotivados, apáticos, que no desarrollarán las 'habilidades del siglo XXI'? No, al contrario, disfrutan, porque se sienten seguros, y es precisamente en un contexto así que pueden crecer y desarrollar las competencias necesarias.

En segundo lugar, destaca que los maestros que trabajan en Michaela creen que pueden cambiar las cosas. ¿Y cómo? Pues a través del conocimiento, de la disciplina, del creer que los alumnos pueden llegar más allá... y de esta forma consiguen que alumnos y alumnos de un barrio desfavorecido de Londres crean en sí mismos, y puedan acabar su escolarización con resultados equiparables a los de las escuelas privadas tradicionales inglesas. Aquí entra el concepto de 'responsabilidad personal'. Frente al pesimismo y al determinismo social de algunas corrientes sociológicas y filosóficas según las cuales todo queda determinado por el contexto familiar en el que naces, por el color de tu piel, por tu nacionalidad... en Michaela defienden esa idea del poema de William Ernest Henley que resumen sus últimos versos:
I am the master of my fate,
I am the captain of my soul

Sigue a continuación defendiendo que, frente a la crítica al presunto 'academicismo' de Michaela, que estaría centrado solo en pasar exámenes, ellos creen realmente en el desarrollo global de sus alumnos y alumnas. ¿Por qué? Porque enseñan gratitud, porque enseñan lo que es el deber, sentido de comunidad, de familia, siendo capaces de compartir en un ambiente de seguridad en el cual no se sentirán ridiculizados por dar las gracias. De esta forma, general un verdadero sentido de comunidad.

Aquí conecto con el capítulo de Gregorio Luri en el que habla sobre Michaela. Dice Gregorio:

"La Michaela pone en cuestión todos y cada uno de los dogmas de la ortodoxia pedagógica. Es, por lo tanto, una escuela sin complejos y me atrevería a decir que, en los tiempos que corre, muy innovadora. Pero nada de esto tendría sentido si no fuera, además, muy rigurosa. No la traigo a estas páginas como modelo que imitar. Cada escuela debe construirse reflexivamente según sus recursos y necesidades. La traigo como una prueba más de que hay vida escolar más allá de la ortodoxia." (Luri 2020:206).

Y dice más adelante:

"Su intención era organizar con rigor un programa completo de instrucción explícita, donde el maestro, de pie al frente del aula, habla mucho y bien y los alumnos escuchan con atención, hacen preguntas pertinentes, memorizan mucho, creen compatible la competitividad y la solidaridad, conceden una gran importancia a los hábitos y al orgullo legítimo y practican evaluaciones rigurosas" (Luri 2020:207).

Estos dos párrafos son muy inspiradores, porque resumen gran parte de los considerados anatemas de la moderna pedagogía. Siguiendo el ejemplo de Michaela, creo que es cada vez más importante que los profesores, que cada vez somos más, que no comulgamos con los dogmas de la ortodoxia pedagógica, planteemos aquello en lo que creemos en el debate público. Principios como:

- Que la instrucción explícita es superior al aprendizaje por descubrimiento en la mayoría de situaciones.
- Que los deberes, especialmente en las edades superiores, son una gran herramienta de mejora de los resultados.
- Que la memoria es fundamental para el aprendizaje. Y el memorizar.
- Que la competitividad y la cooperación son compatibles.
- Que los exámenes son una herramienta fenomenal para el aprendizaje (como demuestran los estudios).
- Que la evaluación calificadora y la formativa no tienen por qué oponerse.
- Que los libros de texto pueden ser una muy buena herramienta utilizados como material básico de una asignatura.
- Que la organización del conocimiento por asignaturas es lo mejor para facilitar el aprendizaje.
- Que el hecho de que el profesor dirija el aprendizaje y esté al cargo del aula no tienen por qué contradecirse con el hecho de poner al alumno en el centro.
- Que la educación emocional, por sí sola, no mejora las emociones de los alumnos.
- Que el trabajo y la repetición de habilidades y conocimientos básicos como la escucha atenta, la lectura, el cálculo, la caligrafía... ponen la base para otros aprendizajes posteriores.

Y podríamos seguir añadiendo bastantes más. En este sentido, tenemos que reivindicar en los diversos debates que puedan aparecer el valor de aquello que sabemos que funciona, aunque vaya a veces contra lo que diga la 'ortodoxia', y sin dejar de buscar, de la misma forma, el fundamento científico y filosófico, que existe, a esos principios. ¿Quién se apunta?

Bibliografía:
Luri, G. (2020). La escuela no es un parque de atracciones: Una defensa del conocimiento poderoso (1st ed.). Barcelona: Editorial Ariel.

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