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El último libro de Alberto Royo, 'Cuaderno de un profesor', es el que más me ha gustado de los 3 que ha escrito (los otros 2 hay que leérselos también). ¿Por qué? Porque es un libro que narra la práctica docente, el día a día en el aula, frente a tantos otros que hablan de educación si haber pisado nunca una clase. Es de esos libros que empiezas a leer y que te engachan desde el primer momento; no solo eso, sino que también tiene momentos divertidos en los que no puedes dejar de reírte por la vivacidad de las anécdotas y experiencias que se explican (como cuando recuerda las 2 normas del gran Ricardo Moreno del Castillo).
El 'Cuaderno de un profesor' toma la forma de un dietario en el que el narrador es el mismo Alberto que describe el transcurrir de un nuevo curso escolar en el instituto público al que acaba de ser trasladado. Va explicando su día a día en el nuevo claustro, la evolución de sus clases de Música en 1º y 3º de la ESO, su trato con los adolescentes, la gestión del aula... aderezando el día a día con reflexiones de cierta profundidad sobre aspectos fundamentales de la educación entre los cuales me gustaría destacar algunos:
- La disciplina
- El trato con los alumnos
- La importancia del conocimiento
- El prestigio del profesor
- La bondad de que exista cierta competición
- El valor de los exámenes
- La importancia de 'inocular' en los alumnos el virus de la curiosidad
- El valor de métodos didácticos como la instrucción directa
- La importancia del ambiente de aula
- La excelencia
- La falta de consistencia de muchas de las 'nuevas metodologías' o 'revoluciones educativas'
- El valor de la memoria y la importancia de la repetición
Estos y muchos otros temas son comentados por Alberto a partir de las anécdotas y vivencias del día a día. Esto da a las ideas gran fuerza, ya que ideas como la importancia del conocimiento, de la disciplina, de los buenos modales, del respeto a los demás, de la exigencia... que hoy en día acostumbran a ser criticadas y ridiculizadas en la esfera pública son presentadas y reivindicadas de forma amena y agradable. Tiene gran fuerza el que un profesor que da muchas horas de clase, que lidia cada semana con decenas de adolescentes con todas las características y circunstancias posibles, que está metido de pleno en el 'meollo' de la educación, las defienda.
La fuerza de las ideas de Alberto viene en el fondo del hecho del reconocimiento del valor de la función transmisora de la escuela que, a través del conocimiento y de la exigencia académica, es capaz de potenciar a los alumnos abriéndoles las puertas al descubrimiento de todo nuestra rica tradición cultural: la música, el arte, la literatura, la historia, la lengua, las ciencias... Esta función transmisora, mediadora, de la escuela es la que posibilita al alumno que pueda acabar siendo realmente libre, ya que es solo a través de su conocimiento que luego podrá ser realmente él mismo. Para poder desarrollar algo nuevo, que sea realmente original, hay que pasar primero por el encuentro necesario con un profesor, que transmite al alumno los conocimientos necesarios para que esa mediación sea posible. ¿Cómo llegó Beethoven a sus sonatas? Pues a través de horas de estudio, escalas y compases infinitamente repetidos... Y lo mismo pasa con tantos otros genios de la música, de las ciencias, de la literatura...
Esta reivindicación de la función transmisora de la escuela es algo que no podemos dejar de lado, ya que está siendo atacada desde hace décadas por la influencia de las ideas de figuras como Rousseau y Bourdieau. En este contexto, el nuevo libro de Alberto Royo es, como los 2 anteriores, un soplo de aire fresco. Ojalá que el libro sea leído y llegue a muchos de los claustros educativos de infantil, primaria, secundaria, bachillerato... de nuestro país, porque es necesario que estas ideas tengan difusión. Lo recomendaría especialmente a aquellos que quieran poder disfrutar de una visión clara, objetiva y llena de sentido común del panorama de las aulas y claustros de hoy en día y, quizás, a aquellos que estén a punto de empezar su tarea docente en las aulas, porque les permitirá hacerse una idea muy ajustada de cómo es el día a día de un profesor en el aula.
1 comentario:
Muy agradecido por tus amables palabras, Andrés Un abrazo.
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