domingo, 31 de marzo de 2019

'Los pedagogos' (I), de Jean de Viguerie: Erasmo de Rotterdam


Hace cosa de un par de meses me llegó a través de Gregorio Luri la noticia de la traducción del libro 'Los pedagogos: ensayo histórico sobre la utopía pedagógica' de Jean de Viguerie. La noticia me llamó en seguida la atención porque cuesta encontrar en castellano textos que hablen sobre historia de la pedagogía y que tengan un mínimo sentido crítico.



El libro vale la pena leerlo, ya que hace un interesantísimo recorrido por las principales figuras que suponen o marcan cambios en el pensamiento pedagógico desde el Renacimiento. Con una lectura atenta se ve perfectamente que, ideas que son presentadas hoy en día como novedosas, hunden sus raíces en varios siglos atrás. Empiezo ahora una serie de entradas en las que comentaré algunas de las ideas que me han llamado más la atención de algunos de los pedagogos que se presentan, empezando por el primero, Erasmo de Rotterdam.

Erasmo de Rotterdam



Como bien sabemos, a Erasmo hay que enmarcarlo en el contexto del Renacimiento, y como obra más significativa cabe destacar su 'De pueris instituendis'. En primer lugar, de todo su pensamiento sorprende constatar la concepción que tiene del niño, de la infancia y de la instrucción. Según Erasmo, sin la instrucción, 'el ser humano no existe'; 'Cuando la naturaleza te entrega un hijo, no te entrega otra cosa que una masa de carne sin debastar'. Erasmo escribe de forma textual que el niño sin instrucción es, textualmente 'un monstruo' que necesita de modelado

En segundo lugar, está todo el ámbito del conocimiento. A Erasmo cabe enmarcarlo en la corriente del nominalismo tardomedieval de Ockham, para el cual no puede conocerse la realidad de las cosas. Erasmo confiere al lenguaje un valor 'ontológico' y una potencia 'creadora' que se inspira en el nominalismo. Si no conocemos el nombre de algo, no podemos conocerlo. El constructivismo filosófico actual, que niega que podamos conocer realmente la realidad, sino solo nuestras ideas, va en esta línea.

Luego vienen las cuestiones relacionadas con la instrucción y la naturaleza del niño. Erasmo refuta la doctrina que había planteado Santo Tomás en su 'Suma contra gentiles'. Para Santo Tomás, el enseñar era un arte, pero un arte de categoría especial debido a su materia. ¿Por qué? Porque la materia sobre la que el maestro ejerce su arte de enseñar, el discípulo o alumno, no es en absoluto una materia pasiva como en otras artes. El escultor practica su arte en la piedra, en la madera; el alfarero en la cera o arcilla, pero el maestro lo hace en un ser humano, en un niño que tiene una inteligencia, materia innata, activa, tendente por su naturaleza al saber y a la ciencia. 

Todo niño posee desde su nacimiento e incluso antes esta 'principio activo de saber' en cuanto persona. No solo esto, sino que la inteligencia innata del niño pequeño es capaz de adquirir por sí misma, antes de cualquier instrucción, los primeros principios del conocimiento, las primeras ideas que nuestro intelecto forma cuando entra en contacto con lo sensible: la idea de unidad, de que el todo es más grande que las partes... El verdadero maestro es consciente y respeta esta presencia innata de la inteligencia en el niño al que enseña. Es consciente y respeta su capacidad espontánea y natural de adquirir los 'primeros principios'. Sabe que su función no es la de modelar una materia pasiva, sino la de alimentar una inteligencia mediante la transmisión del saber y colaborar con ella. 

La teoría de Erasmo, sin embargo, es la opuesta. Para él, como para otros pedagogos de esa época, el niño es solo una materia informe y puramente pasiva. Como se ve, reduce a casi nada al niño venido al mundo. Esta reducción reduce también el papel del maestro, ya que queda como un mero modelador, dejando de lado esa función de instrucción y de colaboración con la inteligencia del niño. Como se ve, se reduce la dignidad del acto de enseñar, del arte que lleva a cabo el maestro y de la persona del niño.

Pero al mismo tiempo, se empieza a dar un papel preponderante a los métodos: el maestro es el 'creador' que, si sigue el método correcto, puede fabricar un ser humano e incluso un Dios. Inconsistencia técnica del niño, pero perfecta competencia técnica del maestro, que incluso tendrá que mentir al niño cuando sea necesario. Aquí está el origen posterior de la visión utópica de determinadas metodologías como herramienta para 'redimir al ser humano'; ¿qué es, sino, lo que está detrás de expresiones como 'cambio de paradigma', 'los niños han cambiado', 'ya no se aprenden igual', 'escuela nueva'? De ahí se llegará al querer usar la escuela como campo de pruebas para las ideas utópicas.

Como se ve, el pensamiento de Erasmo es, en el fondo, muy pesimista, y tiene en muy poco la persona del alumno. Lo mismo pasa con su visión del acto de enseñar. También queda afectada en su pensamiento la importancia de la instrucción porque, si no podemos conocer la realidad de las cosas, ¿qué es lo que podremos conocer y transmitir? Vale la pena reflexionar sobre sus ideas, porque muchas de ellas están en el trasfondo de determinados planteamientos actuales.

Bibliografía:
  • de Viguerie, J. (2019). Los pedagogos: ensayo histórico sobre la utopía pedagógica (1st ed., pp. 19-26). Madrid: Ediciones Encuentro.


1 comentario:

sardolux dijo...

Sobre Jean de Viguerie: https://fr.wikipedia.org/wiki/Jean_de_Viguerie#Ouvrages