'Los padres de hoy vivimos obsesionados con la perfección de nuestros hijos y acosados por sus caprichos. Los expertos pedagogos y sus precocinadas recetas para hacer de cada niño un pequeño genio no hacen sino aumentar nuestro estrés'.
Así empieza la sinopsis de 'Sin miedo a educar', de la americana Betsy Hart. La búsqueda de la perfección de los hijos, la constante preocupación por asegurarles el mayor bienestar, es uno de los principales problemas que afrontan las familias del siglo XXI. Me ha parecido un buen libro, muy interesante para familias, que va en la línea de otros como 'Hiperniños', 'El colapso de la autoridad', que ya comenté en otro artículo del blog.
En el libro, defiende ideas algunas de las cuales no están muy en boga, como la importancia de ser constantes, de hacer ver a los niños que no son el centro del universo, de bajarlos de pedestal, de saberles decir que no... Habla del engaño de la autoestima, de la importancia de educar el corazón; se plantea preguntas como ¿Quién decidió que los niños decidieran? que van totalmente contracorriente de lo que se piensa hoy en día. Resumiré algunas de las ideas que me han parecido más interesantes, acompañándolas de comentarios personales:
1. La preocupante expansión de los 'niños salvajes', de niños que sin tener aparentemente trastornos de ningún tipo o sin venir de hogares desestructurados, tienen reacciones violentas y de auténticos salvajes.
Y pone diversos ejemplos:
- El de un niña a la que, en 1º de primaria, se le pidió que guardara un juguete. ¿Cuál fue la respuesta? Ponerse a gritar. Al rogarle que se tranquilizara, volcó su pupitre se escondió bajo la mesa de la profesora. Luego, gritando, salió de sus escondite y comenzó a arrojar libros a sus aterrorizados compañeros.
- Niños que gritan: 'Cállate, puta', otros que muerden a su profesor
- Madres que le dicen a sus hijos que dejen de hacer algo y estos no les hacen caso ni a la quinta
- Niños que van a la consulta del médico en la cual hay una silla grande para adultos y otra pequeña para niños. Estos se sientan en la de adultos y, cuando sus padres les piden que se cambien, les gritan: '¡Cállate! Y los padres han de sentarse mansamente en la pequeña
Cada vez son más los niños hoscos, malhumorados, desagradables, distantes... que tratan a sus padres con desprecio, y esto se ve como algo normal, como una 'etapa'. Muchos padres, por miedo a perder la 'estima' de sus hijos, no se atreven a reconvenirlos, a educarlos... Y dejan de educar la parte más fundamental de la persona, el corazón. Cuando determinadas conductas se toleran, estas acaban haciendo daño al corazón.
2. Defiende la importancia de la constancia. Esta es la gran ausente en educación. Cambiar hábitos, llegar al corazón de la persona requiere tiempo, y muchas veces no se es capaz de esperar. Tendemos a medir nuestro éxito educativo por el comportamiento de los hijos, no por nuestra constancia. Eso puede llevar al desánimo y a rendirse porque no se ven resultados inmediatos.
En esta línea va también la idea de no evitar los conflictos. El conflicto es normal, y aunque cueste, hay que afrontarlo, ya que el rehuirlo puede acabar en que se les pasen cosas (hábitos, maneras de hacer...) que les puedan acabar haciendo daño en lo personal.
3. ¡No soy lo más importante! Cada vez le cuesta más a los niños darse cuenta de que no son lo más importante. Viven con más gente y, en los diversos ámbitos, este es un aprendizaje fundamental. Es importante ayudarles a valorar la familia, el vivir cosas en común, y que no siempre todo girará alrededor de ellos. Este es un aprendizaje fundamental del hogar que después continúa en la escuela. ¿Os habéis parado a pensar la de niños que, cuando están dos adultos hablando, no tienen ningún reparo en interrumpirlos? ¿Y como estos acostumbran a dejarlo todo para escucharlos?
Unido a esto va el no 'idolatrar a los hijos'. ¿Cuántas madres en la actualidad serían capaces de decir: "no, ahora no, cariño, mamá está ocupada" sin sentirse culpables? Esto es un problema. En lugar de decir estas frases, hay padres que compran vídeos sobre cómo criar a los hijos antes de concebir su bebé, con el objetivo de que cuando llegue sea seguro que es 'lo más importante'.
Por contra, a los niños se les debería de enseñar desde bien pronto a ocuparse, entretenerse, tranquilizarse... por sí solos. Si no se les hace este regalo, se acaban convirtiendo en niños idolatrados que aprenden que ellos son los 'más importantes'. Aquí explica una divertida anécdota de unos padres que iban con una niña de 3 años que iba con un patito de juguete de los que andan con un palo. Los padres engatusaban a la niña para que entrara en el coche: "Cariño, ¿por qué no llevas el patito al coche?", "Venga cariño, vente por aquí con el patito"... a lo que la niña contestaba con un no rotundo. Estuvieron 20 minutos así. No se les ocurrió que podían cogerla en brazos, sentarla en el asiento de atrás con el cinturón e irse?
4. El autoengaño de la autoestima. De este capítulo me llamó la atención la pregunta: "¿Reforzar la autoestima de nuestros hijos es la tarea más importante de los padres?" Porque este es uno de los grandes mantras de la educación actual: "Es que tiene una autoestima baja", "Hay que potenciarle la autoestima... Este suele acabar en un elogio constante que acaba siendo autoreferencial.
En cambio, ¿qué hay de educar a los niños para que sean compasivos y aprecien a los demás? La 'otroestima' no tiene mucho predicamento social y es precisamente el fundamento de una vida sana. Y recoge el comentario de un profesor sobre lo que ve todos los días que, por su crudeza, me ha parecido oportuno recoger íntegro (p.118):
"El denominador común son niños que se aburren con facilidad, egocéntricos hasta un extremo que da miedo, que apenas respetan la excelencia o el esfuerzo que se requiere para alcanzarla, que esperan que se los distraiga siempre y que el mínimo esfuerzo que hagan sea reconocido inmediatamente. Reaccionan ante los malos resultados con rabia o indiferencia y casi nunca dicen nada que indique que creen que esforzarse más o más tiempo sea la solución al problema".
Aquí menciona el interesante trabajo de Carol Dweck. Los estudiantes que acaban teniendo éxito cuando se presentan dificultades no son aquellos a los que se les ha ido elogiando constantemente: 'Eres tan listo!', 'Eres fantástico'... sino aquellos que creen que las habilidades intelectuales pueden desarrollarse, a los que se les ha animado a esforzarse más y destacado el valor del esfuerzo.
5. El mal comportamiento y otros asuntos del corazón. Aquí critica uno de los dogmas que seguramente hayáis escuchado: 'Hay que criticar la conducta, no al niño', 'No lo culpe o acuse'... Como bien destaca, esto no tiene sentido. Una pediatra, una tal Dona D'Alessandra, aconseja que los padres no critiquen a sus hijos porque 'la crítica hace que se sientan mal'. Claro, esto es lo que se solía llamar ayudarles a formar la conciencia. Flaco favor se le hace a los hijos si, por miedo a que se sientan mal, no se les ayuda a valorar la maldad o bondad de las acciones. Crear una conciencia puede ser doloroso, pero conforma el corazón y lo vuelve más humano. En este sentido destaca la importancia de destacar a los hijos lo que hay en cada momento en su corazón, y si es digno o no de admiración: si son sensibles, generosos... pero también si están siendo desagradables, si se están dejando llevar por la rabia y el odio.
En la parte final del capítulo entra en un interesante debate, que es el de que, dado que los expertos se niegan a atribuir la mala conducta al corazón del niño, este ha de venir de un trastorno psiquiátrico. Y comenta, en concreto, el Transtorno oposicionista desafiante (TOD). Este, que esta cada día más presente, posiblemente tenga su origen en numerosos casos en una educación deficiente del corazón desde un momento bien temprano. En todos los transtornos hay un componente biológico y otro contextual; cada vez soy más de la opinión de, que en este caso, el estilo educativo familiar tiene un papel clave. Y acaba destacando a Edward T. Welch. Este destaca que algunos trastornos pueden tener una base biológica real y que, después de agotar las demás posibilidades (incluyendo problemas de conducta, morales, espirituales), la situación se puede atribuir a un trastorno neurológico que algunas veces mejorará a través del uso de medicación y otros tratamientos. Por contra, alerta contra los pares que buscan un tratamiento para no tener que resolver los problemas de su hijo.
6. ¿Cuándo se convirtió 'no' en una palabra tabú? Esta es otra de las grandes preguntas que se plantea. Parece como que haya miedo a decir que 'no', que se piense que esta palabra puede generar un trauma en el niño. De ahí todos los movimientos de psicología y educación positiva. ¿Por qué?
Y otra gran cuestión que plantea es el ¿Quién decidió que los niños decidieran? En los ambientes educativos es una frase de plena actualidad: 'El aprendizaje auténtico es aquel en el que los alumnos deciden libremente sus aprendizajes', 'Hay que darles opciones', 'En vez de un no hay que plantearles 2 opciones'... ¿Sí? Destacaría una frase que aparece en el texto: "Los niños no aprenden a tomar buenas decisiones tomándolas. Los niños aprenden cuando los demás las toman por ellos".
Los niños han de acostumbrarse a que elegir no es un 'derecho', es un 'privilegio, y han de ir aprendiendo poco a poco las consecuencias que tienen sus decisiones. Como hemos comentado para eso es fundamental que vean las decisiones que tomamos los adultos. Y ahí los años que son clave son los primeros. Si no aprenden de pequeños los límites y a manejar la libertad, cuando son mayores es prácticamente imposible. Cuando el niño es pequeño, ha nacido con la libertad de ser niño, y sus padres han de tener claro que sus posibilidades de elegir y de autonomía son limitadas: no tiene ni capacidad, ni experiencia vital, ni madurez para decidir la mayor parte de veces por sí mismo. Esta es tarea de los padres. El niño aprenderá cuando se tomen decisiones acertadas por él y se le expliquen si es conveniente. Si se le permite elegir, lo considerará un privilegio y no un derecho. A medida que pase el tiempo, los padres agrandarán la 'pirámide de la libertad', y disminuirá el número de decisiones que toman por él. Una buena disciplina de pequeños permitirá que se mantenga el contacto y relación al llegar a la adolescencia.
Lo mismo pasa en el ámbito académico: ¿Han de ser los niños los que decidan lo que quieren aprender? ¿Tienen el criterio, madurez, experiencia vital... para decidirlo? ¿Es más auténtico que decidan ellos por dónde quieren ir? La mayoría no pone ninguna objeción a estudiar ciencias naturales, o matemáticas, o lengua. Para reflexionar...
En resumen, un libro con ideas muy interesantes. El corazón, y la importancia de educarlo y de llegar a él es uno de los temas recurrentes que se plantea en cada uno de los capítulos. Recomendable para padres y profesores.
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