martes, 2 de agosto de 2016

Tradición y progreso en educación (IV): La instrucción directa



El término ‘instrucción directa’ es uno de los grandes ausentes de nuestras facultades de educación y escuelas, tanto catalanas como españolas. Si les preguntásemos a la mayoría de maestros y profesores de educación primaria o secundaria o a los chicos y chicas que se están formando en la universidad, muchos serían incapaces de acertar a explicar qué es. Y aquí cabe hacerse una pregunta: ¿por qué?

En España, el debate a nivel pedagógico, tanto por lo que se refiere a las ideas de fondo como a los métodos y medios de trabajo es muy limitado. Desde hace tiempo, se ha reducido el debate a dos bandos: por un lado, una pretendida ‘escuela tradicional’, basada en la clase magistral, en niños atados a sus pupitres, obligados a escuchar a sus profesores durante horas a los cuales se les pide simplemente que memorizen como loros sin entender lo que leen para ‘vomitar contenidos en un examen’. Esta se dice que es la forma de trabajar mayoritaria, representada por unos pretendidos profesores que solo están interesados en transmitir contenidos y memorizar, sin tener en cuenta a los niños. La descripción que he hecho ahora, aunque parezca de broma, no es tan extraña: basta ir cogiendo frases de los titulares de diversos de los gurús que de tanto en tanto aparecen por los medios (Schank, Boris Mir, Richard Gerver, Robinson…).

En el otro lado, estaría el bando de la ‘nueva educación’. Escuela y profesores innovadores, mentes preclaras, que ponen al niño en el centro del aprendizaje. La memorización queda desterrada por la comprensión. Desaparecen los pupitres, las aulas… Y los niños deciden de forma autónoma su propio aprendizaje, guiados por unos maestros que por fin han dejado de lado su rol transmisor para convertirse en acompañantes. Los mismo gurús que he comentado antes acostumbran a transmitir ideas como estas, que también parecen en muchas ocasiones de broma.

En un contexto como el que describo, es muy difícil que se pueda establecer un diálogo fructífero, serio, que busque realmente la mejora educativa. En el último artículo hablé de las visiones del constructivismo. Expliqué que hay una, la última, que identifica el 'aprendizaje auténtico’ con el aprendizaje por descubrimiento, que ve como la metodología más ‘pura’ para el aprendizaje. Como comenté, citando a Hirsch:

'Esta inferencia errónea se basa en la suposición de que otras formas de aprendizaje suponen una mera “transmisión” y “recepción” en lugar de la construcción activa de conocimiento. Pero todos los tipos de aprendizaje significativos, inducidos por todos y cada uno de los métodos, conllevan esa construcción activa.'

Y es aquí en donde entra en juego el término 'instrucción directa’. El de instrucción directa es un término que se refiere al enfoque con el cual afrontamos la transmisión de contenidos y el aprendizaje. La instrucción directa asigna un papel central al maestro en la explicación, modelización y el ofrecimiento de oportunidades de práctica a los alumnos con feedback. Sus objetivos son la comprensión, la lógica que hay detrás de las habilidades. Se busca conseguir el dominio de estas para que puedan ser posteriormente usadas con menos esfuerzo. En este modelo es clave el papel del profesor, que plantea de forma clara los contenidos a aprender y elige las actividades y estrategias más adecuadas para cada situación (en función de la materia, de los alumnos, de su edad…).

Por ejemplo, la evidencia científica y los principales estudios, plantean que el mejor método para el aprendizaje de la lectura es el sintético, que se basa en el dominio de la fonología y de la relación letra-sonido, combinado, eso sí, con cierto trabajo global. El método sintético de aprendizaje de la lectura es un método de instrucción directa.

De esta forma, comenta Mar Ferro en su blog ’Si tú supieras…’, que recomiendo seguir:

'En el otro extremo, los enfoques de enseñanza guiada o directa defienden que hay que dar a los estudiantes explicaciones completas de los contenidos y procedimientos que se desea que aprendan, clarificar antes y después de cada sesión el contenido a tratar, promover la práctica repetida y modelada, y aportar ejemplos de problemas resueltos que guíen el aprendizaje. Los partidarios de este enfoque sostienen que no hay que dejar que los alumnos descubran los procedimientos por ellos mismos (Mayer, 2004; Sweller y cols., 2007). A modo de ejemplo, el enfoque guiado se suele emplear en la enseñanza de las matemáticas o de las lenguas  (DfEE, 1999).'

Como vemos, es un enfoque que no tiene nada que ver con la caricatura de la ‘clase tradicional' que hemos comentado arriba, sino con el enfoque que tomamos para el aprendizaje. Uno de los aspectos que comenta Mar Ferrero en su artículo es que el buen docente, si se basa en la investigación científica y en los métodos que dan mejores resultados, tendrá en cuenta este hecho, y alternará y usará la instrucción directa y el aprendizaje por descubrimiento en función de la materia de estudio, de la edad de los alumnos, del tiempo y las características previas de los alumnos...

Es una pena que en España no se hable prácticamente de instrucción directa. Bibliografía, investigación, métodos que recojan sus principios… Son  escasos en nuestro país. Mientras tanto, en países como los EE.UU. hay abundante bibliografía, que han trabajado autores como Barak Rosenshine, John Anderson, Lynn Reder, Siegfried Engelmann. Comparto diversos enlaces al respecto:

En este post Mar Ferrero traduce y resume este otro artículo de Barak Rosenshine:

En estas dos entradas de su blog, Gregorio Luri habla sobre el aprendizaje por descubrimiento y la instrucción directa.

3) Comparación entre la instrucción directa y el aprendizaje por descubrimiento:

4) Instituto para la instrucción directa en los EE.UU.:

Dentro de la instrucción directa hay diversas corrientes, como se puede leer en el siguiente enlace:  


Los métodos de instrucción directa, bien llevados por el docente, son dinámicos, activos, e interesan e involucran profundamente a los alumnos. Quiero algunos ejemplos de buenas dinámicas de la instrucción directa, que he podido cotejar de las diversas referencias previas:
- Una clase a la cual el profesor va con el objetivo de trabajar un concepto o un proceso concreto. Por ejemplo, la escritura de oraciones. Lo presenta al inicio de la clase. Hacen un juego de trabajo del contenido por grupos (podría ser, con toda la clase, jugar a alargar oraciones; se empieza diciendo una palabra y han de ir alargando la oración repitiéndola; cuando alguna falla, queda eliminado). Vuelven a parar y se hacen preguntas. El maestro pone el ejemplo de varias oraciones de las cuales algunas tienen errores. Las corrigen y comentan. Vuelven a trabajar ahora por parejas escribiendo oraciones en el cuaderno. Acaban haciendo unas actividades individuales..
- En los métodos de instrucción directa se suelen dividir las tareas en pasos pequeños, esperando a pasar al siguiente a que todo el grupo domine la habilidad o contenido que se trabaja.
- La realización de buenas preguntas que ayuden a consolidar el aprendizaje suele ser muy importante. El profesor pregunta, pide respuestas, corrige de forma inmediata y trabaja que los alumnos se den cuenta de sus errores.
- La buena instrucción directa puede combinar el trabajo individual, el cooperativo, la sana competición por grupos pequeños...
- Una clase magistral bien hecha, en la cual el maestro consigue llevar al alumno por donde quiere manteniendo su atención (cosa que cuesta) sería otro ejemplo de la buena instrucción directa.



Por supuesto que hay que combinar la instrucción directa con cierto grado de aprendize por descubrimiento, pero como se comentaba previamente, este último no puede ser el enfoque mayoritario. El desarrollo de buenas metodologías de instrucción directa en España sería algo realmente revolucionario. Tengo la impresión que la primera escuela o facultad que sea capaz de implementar esta visión integrada del aprendizaje tendrá un éxito importante.

Para ello, hace falta partir de una visión de la educación que tenga claros los fines de la escuela (y uno de ellos es la transmisión del conocimiento y de la propia cultura y tradición para formar parte de la sociedad) y huya de planteamientos ideológicos, buscando para la enseñanza y el aprendizaje la metodología más adecuada en cada caso.

Bibliografía:

- Blog de Mar Ferrero:

- Constructivist Teaching VS Direct Instruction

- Instituto para la instrucción directa en los EE.UU.:

Artículos de Gregorio Luri:


Y los textos de Eric Donald Hirsch

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