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Una de las tendencias que estoy viendo en los últimos años en el ámbito educativo es la apuesta por el paso del libro en papel al libro digital. Son numerosas las escuelas (y me temo que después del confinamiento de estos últimos meses sean más) que están apostando por el cambio del papel por lo digital. Pero, ¿estas decisiones son tomadas de una forma reflexiva, después de haber valorado de forma conveniente los pros y las contras? Me temo que no.
La lectura en papel y la lectura con soporte digital no son iguales, como he comentado ya en artículos del blog como este. No solo eso, sino que los estudios apuntan a que la lectura en papel es ligeramente superior a la digital, permitiendo una lectura más profunda y mantener de forma más efectiva la atención.
Para profundizar en esta temática, ha sido todo un descubrimiento el libro de Roberto Casati 'Elogio del papel: contra el colonialismo digital', especialmente porque plantea la cuestión del libro en papel y el libro digital desde una perspectiva nueva, en la que destaca algunas de las ventajas que tiene el libro analógico sobre el digital. Me permitiré reproducir algunas de sus palabras a la vez que las comento.
La primera virtud que destaca Roberto Casati es la de que, el libro, tiene un formato cognitivo perfecto: "... el libro de papel tiene un formato cognitivo perfecto. Cumple notablemente bien con su tarea porque sólo puede ofrecerse a sí mismo." (Casati 2015:49). Esta es una cuestión que no es baladí. En un iPad, en un Kindle, en un ordenador... la aplicación para leer libros es una más entre una miríada de funcionalidades extras: escuchar música, enviar y recibir correos, reproductores de vídeo, plataformas de streaming... Tener tantas y tan diversas posibilidades no facilita el encuentro entre el lector y el texto. ¿Por qué? Porque los elementos distractores son muchos y diversos. Cuando se tiene a alumnos trabajando cada uno con un dispositivo en el aula, la dispersión es mucho mayor que si esa actividad se hiciera con un libro en papel: entran y salen de aplicaciones, pasan pantallas, les llegan notificaciones, alarmas... Si ya me pasa a mí. Cuando quiero concentrarme en un texto y subrayarlo, estudiarlo... necesito tenerlo en papel. ¿Significa esto que un dispositivo electrónico es malo? No, no lo es, pero no cumple la misma función que un libro en papel, por lo que no podemos equipararlo. Si lo que queremos es trabajar de forma explícita la atención sostenida y la concentración, elementos básicos para el aprendizaje, quizás no será lo más adecuado al inicio.
La segunda virtud del diseño del libro en papel es que es su estructura es completamente lineal: "Cuando leemos, sabemos (sin que nadie nos lo haya explicado nunca) que puede llevarnos algo de tiempo" (Casati 2015:61)"; "El hecho es que, cuando leo un libro, no necesito elaborar un mapa del mismo; así que leo con soltura, delegando la organización de la información en la sucesión de sus páginas" (Casati 2015:61). Esta es una ventaja muy significativa. El libro en papel es lineal, mientras que la red y los libros digitales tienden a ser no lineales y ramificados. Esto, en los aprendices no expertos e inmaduros puede llegar a ser un problema. En el libro de texto en papel es todo más fácil. Su organización por temas o apartados facilita que el alumno encuentre aquello que busca fácilmente: el tema '2', el tema '7', la actividad tal... Encontrar lo que se busca en el correo electrónico, en una carpeta de Drive o en una de las aplicaciones de libros digitales acostumbra a no ser tan fácil. Y es un tema que pueden generar angustia en el alumno, especialmente si ya tiene de por sí dificultades.
Otro factor sería el físico: el libro en papel, 'se toca', es 'físico': "... mis manos saben cuántas páginas me quedan por leer según el peso del libro y la forma en que está dividido" (Casati 2015:62). Esto, en el libro digital, no es ni mucho menos tan explícito. Lo mismo ocurre con el pasar páginas. En el libro en papel se pasa una a una, viene la una detrás de la otra, mientras que en el libro digital se suele funcionar por "scroll", deslizándose la pantalla.
Como se ve, el optar por uno u otro tipo de lectura no es una cuestión que sea baladí. La lectura analógica, en papel, y la lectura digital no son iguales. En el ámbito escolar, no es lo mismo optar por tener libros en papel que en digital. Si lo que queremos es esa lectura profunda que facilita el desarrollo de la concentración y el aprendizaje, deberíamos de optar por el papel durante la mayor parte de la escolarización, ya que permite el desarrollo de la atención, esa relación personal del lector con el texto sin elementos extra que lo distraigan. No solo eso, el tener los contenidos organizados en un formato lineal y secuencial como lo es el libro en papel, favorece que el alumno pueda encontrar lo que busca en cada momento, posibilitando que no se pierda y ayudándole incluso en la creación de sus esquemas cognitivos y de su memoria a largo plazo.
¿Significa esto que soy un ludista, contrario al uso de la tecnología en cualquier situación? No, no lo soy. Uso la tecnología a diario, estudio una carrera a distancia... Y, en el contexto escolar, para determinadas actividades y objetivos escolares, la tecnología es una ayuda: desde el hacer pequeños Quiz o tests que faciliten la práctica repetida a grabar un vídeo o grabarse la voz para trabajar la expresión oral; o el uso de plataformas educativas con ejercicios de práctica y soporte de lengua, de matemáticas, etc. Pero no podemos pretender que sustituya a un elemento como el libro en papel cuya naturaleza y características son diferentes.
Venimos ahora de unos meses de confinamiento en los que, en la mayoría de países, las escuelas han tenido que estar cerradas. En ese contexto, la docencia ha tenido que llevarse a cabo de forma online. Sin embargo, no deberíamos de confundir esta situación extraordinaria que se ha generado con lo que es lo ideal para la escuela. Posiblemente, el haber trabajado de forma online, con llamadas de teléfono, videocoferencias... ha sido mejor que una situación en la que no hubiera habido ningún tipo de docencia y relación escolar, pero estamos hablando de una situación de campaña, de emergencia. Yo mismo he visto que el trabajo de los alumnos en un contexto de docencia online no llega ni a la mitad de los buenos resultados que se consiguen de forma presencial. Y en muchos casos los alumnos que han tenido éxito han sido aquellos que han tenido a unos padres que han podido suplir esa presencialidad, siendo ellos los que les explicaban, leían, hacían trabajar. De ahí que me preocupe ver en las redes personas que aprovechen la experiencia de estos meses para plantear que hay que hacer la transición a un modelo totalmente digital. En resumen, recomiendo la lectura del libro de Roberto Casati (que todavía no he acabado y del cual espero comentar más aspectos en el blog.).
Bibliografía:
Casati, R., 2015. Elogio Del Papel: Contra El Colonialismo Digital. 1st ed.
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