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Una de las cosas que hecho en falta, tanto a nivel autonómico como estatal es que, desde las instituciones públicas, no se promuevan la creación y establecimiento de más pruebas estandarizadas, que permitieran conocer el nivel de los alumnos y compararlos con escuelas de su mismo contexto socioeconómico, y valorar si las decisiones tomadas a nivel didáctico y pedagógico ayudan a mejorar los resultados o si bien al contrario conllevan un descenso del nivel académico de los alumnos.
Un primer aspecto distorsionado es que las pruebas no son las mismas en todo el territorio español. Podríamos decir que la selectividad o PAU (pruebas de acceso a la universidad) lo son, pero los exámenes los diseña cada comunidad autónoma, con lo cual las pruebas varían de forma muy significativa de una comunidad a otra. Por lo que se refiere a pruebas de evaluación diagnóstica, el curso en que se hacen varía según la comunidad.
En el caso de Cataluña, existen dos evaluaciones diagnósticas: una al acabar 6º de primaria de lenguas (castellana, catalana e inglesa), matemáticas y ciencias naturales y otra al acabar 4º de ESO, que abarca los mismo ámbitos. Existen luego las Pruebas PACBAL sobre los componentes básicos de la lectura en catalán (desde P5 a 2º de primaria) y una nueva prueba con forma de proyecto que ha establecido este año el Departamento para 2º de primaria, pero ambas son de carácter voluntario.
¿Por qué no existen, entonces, más pruebas de evaluación al final de cada ciclo? ¿No podrían los poderes públicos establecer los contenidos académicos mínimos que tendrían que tener los alumnos al acabar cada curso o ciclo? ¿Qué ha de saber un alumno de matemáticas al acabar 2º de primaria? ¿Y al acabar ciclo medio? ¿Cuáles serían la fluidez, velocidad y comprensión lectoras óptimas al acabar 3º? ¿Qué se debiera de esperar por que se refiere a la expresión escrita al acabar 4º de primaria? ¿Y al acabar 2º de ESO?
Para ello sería necesario que los currículum se volvieran más concretos, sencillos, dejando de lado toda la jerga grandilocuente que contienen hoy en día pero entre la cual se hace difícil cribar realmente qué es lo importante. Y este es uno de los grandes problemas que tenemos: un currículum demasiado amplio, poco concreto, que se queda muchas veces en las competencias y valores generales pero que no concreta el cómo llegar a ellos. Tener unos objetivos y unos contenidos concretos para cada curso, con unas pruebas que nos ayudaran en la toma de decisiones permitiría orientar y mejorar de forma muy significativa la práctica docente y las decisiones en los claustros.
¿Tanto nos costaría concretar qué contenidos académicos son culturalmente significativos? Y estoy hablando de que nos centremos en los principales ámbitos académicos: lengua, literatura, ciencias naturales y ciencias sociales y matemáticas. Porque esta falta de concreción genera importantes vacíos de conocimiento en la base cultural de nuestros alumnos. Cada vez más te encuentras con más alumnos que carecen de las nociones más básicas de geografía (continentes, países, ríos...), de historia, de literatura, de ciencias naturales... ¿Cómo vamos a poder establecer así esos lazos de copertenencia, de tener algo en común, de los que habla Gregorio Luri? Si las instituciones públicas dejaran de lado las luchas ideológicas y dieran valor a lo importante y propiamente escolar que es la enseñanza académica, sería posible una mejora educativa profunda. Y ahí serían de gran utilidad medidas como las pruebas estandarizadas que contrastasen que se trabaja lo fundamental con todos los alumnos. Aquellos con más dificultades son siempre los que más lo necesitan.
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