domingo, 12 de enero de 2025

El problema de la 'comprensión' en matemáticas

Foto por formulario PxHere

Desde hace unos años, se han hecho populares diversos métodos de matemáticas comprensivos, que hacen bandera de apostar por la comprensión frente a lo que acostumbran a etiquetar como las matemáticas tradicionales basadas en los algoritmos, el cálculo y la repetición. Mi visión sobre estas propuestas ha ido evolucionando, y creo actualmente que oponer la comprensión profunda al conocimiento de lo que habitualmente se conoce en inglés como 'math facts' (hechos matemáticos), es un error.

Inicialmente, cuando te presentan las diversas propuestas, con toda la lógica matemática y conceptual que tiene, por ejemplo, la deconstrucción de los diversos algoritmos, ves que tiene sentido y pasas a pensar que lo mejor es comprender de donde viene el algoritmo de la suma, el de la resta, el de la multiplicación... Ahora bien, esta forma de pensar tiene el problema de que es la propia de un experto, de alguien que, seguramente, ya domina los algoritmos y tiene una serie de conocimientos básicos. Nuestros alumnos, habitualmente, no son así...

Esto se constata cuando luego se aplican estos métodos o sistemas en el aula. Aunque se siga la secuencia didáctica planeada cuidadosamente, el profesor ve que hay un grupo de alumnos que se va incrementando con el tiempo que no lo sigue, y que se pierde. No solo eso; muchos de estos sistemas se basan en diálogos matemáticos de todo el grupo que acostumbran a implicar 20-30 minutos de atención de todo el grupo y tener unos conocimientos previos mínimos: ¿tenemos los profesores españoles la capacidad de generar esta atención? Me parece que no, como muestran estudios como este de la OECD.

Luego, a la gran mayoría les suele faltar un material que permita una práctica habitual y sistemática la cual permite el aprendizaje de los contenidos y competencias básicas. A veces hay una aplicación que se dice que facilita esto, pero no se puede dejar este elemento crucial en manos de una aplicación, especialmente en una etapa como la primaria en la cual el uso de las pantallas debería de ser mínimo o reducido. Otro problema es que no se atreven a establecer cuáles tendrían que ser los aprendizajes esperados por curso. Esto hace difícil saber si los alumnos llegan realmente a los mínimos o no. Estos problemas empiezan a ser vistos de forma generalizada tanto por profesores como padres, que ven que los alumnos de primaria tienen cada vez más dificultades para alcanzar los objetivos mínimos de aprendizaje, como muestran los últimos resultados.

Uno de los problemas que veo de base es, como destacan Paul A. Kirschner, John Sweller y Richard E. Clark en su artículo de 2006 'Why minimal guidance during instruction does not work [...]', que estos métodos se suelen olvidar de la arquitectura cognitiva que tiene nuestra mente para el aprendizaje. Un primer punto que habría que destacar es el de la memoria de trabajo y sus limitaciones (Kirschner, 2006:77). Nuestra memoria de trabajo tiene limitaciones de trabajo importantes para trabajar con información nueva. Sin embargo, estas limitaciones desaparecen cuando se trabaja con elementos almacenados ya en la memoria a largo plazo; de ahí, que sea bueno sistematizar los aprendizajes básicos a través de la instrucción directa, la memorización, la práctica repetida...

Si los alumnos no aprenden los elementos básicos de las matemáticas (figuras con sus características, cálculo básico, tablas...) es muy difícil que luego puedan resolver problemas, o profundizar en el conocimiento de los algoritmos, o el porqué de las cosas. Por supuesto que tenemos que llegar a esto último, ya  que cuanto más profundo sea el conocimiento, mejor, pero... ¿Ha de ser el objetivo en los cursos básicos de primaria, con aprendices noveles? ¿Alguien se imagina que, en lengua, en 1º de primaria, el objetivo fuera conocer la historia de las letras, el por qué se pronuncia un sonido de una forma concreta o la etimología? Por supuesto que son cuestiones importantes, pero no para los estadios básicos. Esta excesiva carga de la memoria de trabajo es uno de los problemas que, a mi parecer, tienen estas propuestas, que piden a alumnos sin los conocimientos básicos que busquen diversas soluciones a un problema.

Un segundo problema es la visión que comparten muchos educadores y matemáticos de que el conocimiento solo se puede aprender bien a través de la experiencia y, en concreto de experiencias basadas principalmente en los procedimientos de la disciplina (Kirschner, 2006:78). Esto hace que estas propuestas partan principalmente del trabajo por proyectos y rechacen la enseñanza de hechos, leyes, principios y teorías de forma directa o sin contextualizar. Por supuesto que hay que tener en cuenta los procedimientos, pero no pueden marcar el sistema de enseñanza; no hemos de reconstruir todos los procesos que llevaron al conocimiento matemático. En algunos casos sí, lo haremos, para profundizar en un conocimiento o ayudar a fijarlo, pero no siempre. Esta visión adolece de la 'maldición del experto', que no es consciente de lo difícil que es aprender algo para un novel. Como destacan en el artículo:

"Los estudios controlados muestran de forma prácticamente uniforme que, cuando se trata con información nueva, los aprendices deberían de ser instruidos de forma explícita en el qué hacer y el cómo hacer" (Kirschner, 2006:79).

Aquí la pregunta es: ¿es lo mejor y más conveniente que un alumno de 3º primaria plantee 3 formas diversas de resolver una resta y que le enseñemos diversos algoritmos diferentes para hacerlo? Creo, sinceramente, que no. Primero tiene que dominar uno y, una vez que lo hace, podemos profundizar en él deconstruyéndolo, viendo alternativas, otras formas de restar, etc. Pero no debería de hacerse con aprendices noveles.

Un tercer problema sería el de los algoritmos estándares, que acostumbran a ser etiquetados como tradicionales y descontextualizados. Un algoritmo (sea el de la suma, el de la resta, la multiplicación...) es una secuencia de pasos para resolver un problema a la cual se ha llegado a través del tiempo. Acostumbran a ser breves y sencillos de resolver. Dominarlos es fundamental, ya que el dominar los algoritmos libera carga cognitiva a la hora de afrontar un problema complejo. Entonces, ¿por qué esta aversión hacia ellos?

Se olvidan aquí de que un alumno que haya visto diversas formas de resolver una resta pero no las haya sistematizado en su memoria a largo plazo, tendrá problemas para afrontar un problema, ya que la falta de experiencia lo bloqueará. Esto suele pasar con muchas de estas propuestas, que se olvidan de la importancia de que la instrucción sea explícita especialmente al inicio. Por esto es importante, por ejemplo, memorizar las tablas de multiplicar, aunque al principio el nivel de comprensión sea básico. Una vez memorizadas, ya profundizaremos más, relacionándolas con la suma, la división... Sí, al principio las podemos conectar con la suma, como suma repetida, para facilitar el aprendizaje, pero luego hemos de pasar a la memorización, y ya las relacionaremos entonces con otros aspectos que permitan profundizar.

Como destacaba al principio, durante bastante tiempo, yo aposté también por la conocida como la que he descrito aquí como 'visión comprensiva' pero, cada vez más, la veo como un error, ya que ir de los conocimientos básicos a los más profundos y competenciales es lo que permite realmente un aprendizaje profundo, como nos muestran las prácticas de los países orientales: China, Japón... 

martes, 7 de enero de 2025

¿Hay que hacer las clases 'divertidas' y 'relevantes'? Un hilo de Pritesh Raichura.

Foto por Adonyi Gábor formulario PxHere

El otro día leí un hilo en 'X' de Pritesh Raichura, que es directivo y profesor de Ark Soane Academy. El hilo me gustó porque se aleja de la visión habitual de 'divertido y relevante' (la pregunta inicial es irónica), y no me he podido resistir a traducirlo y compartirlo,

¿Cómo puedes hacer  tu clases divertidas y relevantes? Un hilo con grandes consejos a continuación:

En primer lugar, divertidas. La mejor manera de hacer las clases divertidas en enseñar a los alumnos TAN bien que sientan que tienen éxito en aquello que aprenden. Segmenta los contenidos complicados en partes más pequeñas, enseña cada parte, practícala, consigue que la dominen. Usa la repetición y la práctica para que dominen los elementos fundamentales. Tener éxito en el aprendizaje es divertido. Bajar el nivel, no lo es.

Cuando los alumnos pueden cantar las tablas de multiplicar de forma fluida, dibujar la estructura de los electrones de los primeros 20 elementos de tabla periódica o bien recitar los poemas de memoria tendrán un IMPULSO real. Hazles MONTONES de preguntas. Cada respuesta correcta merece ser elogiada. El conocimiento es realmente divertido.

¿Y sobre la relevancia? No te preocupes. En un principio, puede parecer divertido centrarse en los intereses actuales de los alumnos, pero esto es paternalista y limitante. Ofrece a todos los alumnos un currículum ambicioso, no uno 'relevante'. Enséñales bien y, entonces, Shakespeare se VUELVE relevante.

El trabajo del profesor es enseñar lo mejor de lo que se ha pensado y dicho. Todos los alumnos se merecen heredar este conocimiento y las grandes conversaciones asociadas. No hay ningún alumno que, de forma automática, disfrute de los contenidos difíciles. Todos los alumnos se merecen, no obstante, un currículum que les permite aprender aquello que es difícil.

La pregunta al principio del hilo era irónica. Las preguntas que tendríamos que estarnos haciendo son: ¿Cómo puedo enseñar un currículum ambicioso a todos los alumnos? y ¿Cómo puedo mejorar la cultura escolar de forma que todos los alumnos aprendan más y mejor?

A continuación, el enlace al post original de Pritesh Raichura, para que podáis consultarlo y seguirlo:


miércoles, 4 de septiembre de 2024

La importancia de las expectativas

Foto por formulario PxHere

Uno de los grandes elementos olvidados en la formación del profesorado, al menos en España, es el aprendizaje de las habilidades necesarias para gestionar un grupo de alumnos. Me parece que es un tema fundamental pero que se da por supuesto, por lo que se acaba cayendo en hacer lo mismo que cada uno ha visto durante su larga experiencia como alumno.

Esta cuestión no es baladí, porque detrás de cada enfoque existe una visión concreta de la persona, del conocimiento... que hay que tener en cuenta. No es lo mismo un enfoque conductista que uno constructivista o uno que tenga en cuenta la complejidad y profundidad de la persona.

En este sentido, me parece que es importante un enfoque que tenga en cuenta los siguientes aspectos:

a) La importancia de las expectativas. Es importante que los docentes tengamos claro qué se espera de los alumnos en cada aula; no solo a nivel curricular, sino también de cómo comportarse, de cómo tratar a los demás, de cómo reaccionar ante un error...

Estas expectativas es muy importante enseñarlas de forma explícita y comunicarlas a los alumnos para que puedan hacerlas suyas y conocerlas. Es importante evitar en este sentido una perspectiva exclusivamente conductista, externa.

Las expectativas del profesorado por lo que se refiere a los alumnos marcan de forma muy importante el éxito de estos. Es importante que los alumnos vean que se espera de ellos que respeten a los compañeros, que trabajen de forma concentrada e intensa, que escuchen a los demás y, como remarcaba, es fundamental el hacerles ver el por qué son estas actitudes deseables, que valen la pena porque los harán mejorar.

b) Las rutinas y las normas. Es importante tener una serie de rutinas claras, que respondan a lo que se espera de los alumnos: cómo se empieza la clase, cómo se acaba, cómo se trabaja en grupo, lo que se espera que se haga al llegar a clase... El tener una serie de rutinas interiorizadas ayuda a ganar tiempo y da seguridad a los alumnos, cosa que les permite centrarse en el aprendizaje. Estas rutinas requieren que se dedique tiempo a ellas y también a su proceso de interiorización. 

Son igualmente importantes las normas, que harán referencia a las expectativas que indicábamos antes (ser puntuales, respetar a los compañeros...). Todo grupo de personas, necesita una serie de normas mínimas para funcionar.

c) Consecuencias: ¿tiene que haber un sistema de consecuencias para gestionar los conflictos y problemas que aparezcan? Sí, debe de haberlo, pero no puede ser nunca lo primero y principal. Primero hay que trabajar todo lo que comentábamos antes: pensar qué queremos realmente de los alumnos, expectativas claras, trabajar la existencia de una rutinas... ya que  su existencia acaba por posibilitar que sean muchos más los alumnos, realmente implicados, que tengan éxito.

Aquí el problema de la visión conductista en educación ha sido poner el sistema de consecuencias (que tiene que existir y estar marcado y establecido) como el elemento primero y principal, partiendo de planteamientos que se basan en premiar y castigar de forma externa comportamientos dejando de lado la importancia que tiene la relación personal entre el profesor y el alumno y lo que se espere de él.

Para evitar caer en ese conductismo, es fundamental la creación de una cultura de aula en la que existan unas expectativas altas y en la que se vivan realmente una serie de valores, remarcándose el valor de hacer las cosas bien por el valor intrínseco que esto tiene, ya que hace mejores a los alumnos en ese momento concreto. 

Como remarcábamos al principio, este ámbito es uno de los grandes olvidados en la formación del profesorado en España (junto con otros temas claves como la filosofía de la Educación). En otros países, Doug Lemov, Tom Sherrington, Tom Bennett... son algunos de los que han reflexionado sobre este tema y tienen abundante bibliografía. ¿Qué pensáis?

viernes, 23 de agosto de 2024

La verdadera equidad: Michaela Community School

Photo by Jonathan A Jones, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>,
via Wikimedia Commons

Durante el día de ayer se conocieron los resultados de las pruebas GCSE en Inglaterra y otros países que siguen el sistema británico. Estas pruebas se realizan al acabar la secundaria, en lo que sería un equivalente a nuestros 4º de ESO. Las puntuaciones van del 1 al 9 (antes era por letras, siendo 'A*' la máxima calificación posible).

Pues, en la línea de sus resultados de los últimos años, tanto en los GCSE como en los 'A-levels' (el equivalente a nuestra selectividad), los resultados de Michaela Community School han vuelto a ser extraordinarios, teniendo en cuenta el contexto socioeconómico en el cual está situado la escuela. Algunos datos, recogidos del perfil de X de su directora, Katharine Birbalsingh:

Como se ve, el 84% de las notas estuvieron entre el 7 y el 9 (la equivalencia en España sería entre el notable y el excelente; 7,5-10). Más del 50% de las notas fueron '9', y el 89% de alumnos consiguieron, al menos, algún '9' (la nota máxima). Estas notas, si se tiene en cuenta el contexto socioeconómico del barrio en el cual está situado Michaela, son extraordinarias. La escuela está situada en Wembley, en un barrio de las afueras de Londres, con un número muy elevado de población inmigrante y en situaciones económicas precarias. Cuando pude visitarla, hace un par de años, pude confirmar esto. Los edificios e instalaciones son sencillas, y las familias y alumnos que van son en su mayoría inmigrantes.

Sin embargo, toda la escuela respira una misma cultura de respeto al otro, de trabajo, de atención... En la visita que nos hicieron de clase en clase todavía recuerdo la concentración que mostraban todos los alumnos y alumnas, trabajando de forma atenta y sin distraerse cuando entrábamos. El ritmo de las clases era muy intenso, y veías a todos trabajar en todo momento, fuera de forma individual, fuera escuchando, escribiendo, hablando con un compañero... La comida fue un momento sinceramente impresionante. Los invitados comimos con los alumnos en el rato de comer, y me llamó la atención el cuidado, interés y educación que mostraron los alumnos durante toda la hora de la comida.

Estos resultados nos tendrían que hacer reflexionar. En Michaela, alumnos que, en otra escuela sería muy difícil que tuvieran éxito, lo consiguen, y esto les abre oportunidades de las cuales carecerían en otro contexto. Que alumnos de un contexto socioeconómico así obtengan resultados que igualan o superan los de las escuelas privadas tradicionales inglesas (solo hace falta darse una vuelta por los resultados de algunos de los College tradicionales) nos debería hacer pensar. 

El sistema educativo catalán (y el del resto de España) lo que está consiguiendo es una equidad por debajo, en la cual solo se consigue que baje el nivel de todos los alumnos. Esto hace que solo aquellos alumnos cuyas familias puedan compensar lo que no se trabaja en la escuela con extraescolares de idiomas, deporte, música, matemáticas, con visitas culturales, viajes... puedan tener un éxito real. ¿Por qué no optar por un modelo que dé posibilidades reales a todos los alumnos?

Como ya he comentado en otros posts, no comparto todas las prácticas de Michaela, y algunos aspectos los trabajaría de otra forma, ya que me parece que quizás se recurre en exceso a una perspectiva conductista; ahora bien, el ejemplo que supone y la evidencia de que tiene buenos resultados, nos debería, al menos, de servir para replantearnos lo que hacemos y darnos cuenta de la importancia que tiene la existencia de una cultura académica, compartida, que valore el conocimiento, el trabajo, el respeto a los demás... y en la cual se tenga la expectativa de que todos los alumnos pueden tener éxito. Para esto, hace falta tener un currículo y un modelo claro, partiendo de una filosofía de la educación que tenga sentido.

Por esto, en el título del artículo, hablaba de 'la verdadera equidad', porque me parece que solo así realmente se posibilita que todos los alumnos puedan tener éxito, y la escuela ejerza de ascensor social. Creo que es con escuelas como Michaela como se puede conseguir esa equidad, no con las propuestas de la Fundació Bofill, que se quedan simplemente en maquillar los números, pero sin incidir nunca en lo que realmente aprenden todos los alumnos. Ojalá lea este post algún miembro del Departament d'Educació de Catalunya y, aunque solo fuera para conocer el modelo, fueran a visitar Michaela.

martes, 30 de julio de 2024

Las 'superaulas', las grandes clases abiertas y modernas del siglo XXI, parece que no benefician el aprendizaje de los alumnos

Foto por formulario PxHere

He comentado en otras ocasiones que, en el Reino Unido, van por delante en la aplicación de reformas que, al cabo de unos años, se ve que no funcionan, lo que hace que empiecen a llevar a cabo una tarea de reflexión sobre las estrategias y cambios que, a la larga, debería de ser beneficioso. Hoy quería comentar una noticia interesante sobre Escocia. 

Parece que es posible que el gobierno escocés empiece a pedir a los ayuntamientos que dejen de construir "superescuelas", dada la preocupación sobre la conveniencia de estos espacios para los alumnos con dificultades, especialmente para aquellos con autismo o TDAH. En los últimos años, el número de alumnos con necesidades educativas ha crecido de 36.544 en 2007 a 259.036 en 2023.

Estos alumnos tienen más dificultades con las clases abiertas, y la tendencia a construir 'superescuelas', con grandes espacios con muchos alumnos que se ha extendido por Escocia, crea un ambiente que entra en conflicto con la experiencia sensorial de los alumnos con autismo, mientras que los grandes paneles de cristal impactan en la capacidad de concentrarse de los alumnos con TDAH si hay actividad  en los pasillos. 

En este sentido, afirma Suzi Martin, portavoz de la Asociación Nacional de autistas de Escocia:

"Para muchos niños y jóvenes autistas, la escuela se ha convertido en una fuente de estrés y ansiedad, lo que significa que no pueden implicarse en el aprendizaje y, en determinadas ocasiones, hace que no puedan acudir a la escuela."

"El ambiente físico escolar puede contribuir a este estrés y ansiedad: pasillos concurridos, clases ruidosas y espacios comunitarios abiertos, todos ellos pueden provocar dificultades importantes a los alumnos autistas que experimentan sobreestimulación sensorial."

Es una reflexión muy interesante. En España se ha puesto de moda en los últimos años el 'tirar las paredes', uniendo diversas clases (haciendo aulas a veces de 75 alumnos con 3 profesores) y cambiando los muros por cristales diáfanos o paneles que se pudieran recoger. Esta modificación de los espacios se convirtió en una de las banderas del proyecto 'Horitzó 2020' de los jesuitas en Cataluña, de los Salesianos o de los colegios Nazaret y de ahí se extendió a la escuela pública. Ahora parece que, desde hace un tiempo, ya no se ve como algo de lo que hacer bandera. 

Aquí hay que preguntarse: ¿estos cambios arquitectónicos estructurales, valen la pena? ¿Potenciarán realmente el aprendizaje de todos los alumnos? El curso pasado, me hice eco ya de un artículo de Mirjam Neelen y Paul A. Kirschner en el cual apuntaban al hecho de que en el mundo de la empresa empezaban a darse cuenta de que los grandes espacios diáfanos y las oficinas abiertas no ayudaban al aprendizaje. En aspectos importantes, antes de dejarnos llevar por las modas de cada momento, deberíamos de llevar a cabo primero una reflexión a fondo para valorar aquello que se quiere cambiar, ver si tiene fundamento el cambio y si realmente beneficiará a los alumnos. Claramente, el tener grandes aulas abiertas con decenas de alumnos y cristales en vez de paredes, no ayuda. Algo tan sencillo como tener un aula pensada para unos 20-25 alumnos con paredes y ventanas es más beneficioso para el aprendizaje de todos los alumnos y, especialmente, de aquellos con dificultades. ¿Realmente es necesario reivindica aquello que tendría que ser de sentido común?