miércoles, 23 de agosto de 2023

'The Power of Culture: 'Digital Detox' (desintoxicación digital) en Michaela School

Foto por Mohamed Hassan formulario PxHere

El libro 'The Power of Culture' es un libro escrito por múltiples manos en el que profesores, personal de administración y servicios, la misma Katharine Birbalsingh explican su experiencia y reflexionan sobre diversos aspectos de Michaela Community School. Es una defensa del carácter único y singular de la escuela: su firme creencia en la autoridad, la cultura de la gratitud, el por qué motivo enseñar a los grandes hombres de la historia, la filosofía... frente a las teorías críticas que dicen que hay que desterrarlos de as aulas.

Uno de los capítulos que me ha parecido más interesante es el de 'Desintoxicación digital' (Digital Detox), de Samuel Hurst, ya que ataca un problema que ya es de plena actualidad en los centros en nuestro país: la adicción que muestran nuestros alumnos a las pantallas, con todo lo que ello comporta. En este post del blog haré un comentario - resumen, ya que muchas de las ideas me parece interesantes, especialmente por lo diferente de la visión que se plantea con respecto a lo que se suele defender en España actualmente.

Una de las preguntas que Hurst hace siempre a los alumnos de su curso es si estos tienen o no smartphone. ¿Por qué lo hace? Porque ve que el denominador común de casi todos los problemas que tienen sus alumnos es el exceso de uso o el mal uso de los 'teléfonos inteligentes'. Ve cómo los padres se suelen dar cuenta de que el smartphone supone un problema, pero no suelen establecer la línea de causalidad entre el mal uso del smartphone y los problemas en el colegio. 

Samuel Hurst ve esto en mucha gente, incluso en sus amigos, y destaca como son muy pocos los que entienden lo destructivos que son los smartphones para la paz, felicidad y éxito de los alumnos que enseña. Destaca a continuación algunas de las situaciones que le refieren los padres: alumnos distraídos con videojuegos en vez de hacer los deberes en línea de matemáticas, conversaciones continuas de WhatsApp, bullying entre alumnos, consumo excesivo de Youtube... Después de estar dos años siendo tutor y cinco siendo profesor de matemáticas, constata que los smartphones son mucho más peligrosos que cualquier distractor que pudiéramos tener hace años por dos motivos básicos:

a) Son adictivos y dañan seriamente los cerebros de nuestros alumnos.

b) Las redes sociales son extremadamente peligrosas para el bienestar y las relaciones de nuestros alumnos.

Es interesante cuando, a continuación, Hurst explica cómo este exceso de uso está afectando especialmente a las clases sociales más desfavorecidas. La clase media-alta es la que primero se está dando cuenta de esto, y pone ejemplos como los de las familias de los gurús de Silicon Valley, que son las primeras que están alejando la tecnología de sus casas. Pone ejemplos como Steve Jobs, que prohibía el acceso de sus hijos a iPads, o el de la familia Gates, que no dejó tener teléfonos móviles a sus hijos hasta los 14 (y que se arrepintieron de habérselos dado posteriormente).

Hace a continuación un comentario interesante cuando afirma: "El tipo de smartphones que tenemos ahora son diferentes de cualquier otra tecnología que ha habido antes". Cita aquí a una escritora americana, Catherine Price, a la cual no conocía, que tiene un libro How to Break Up with your Phone, en el cual cita a un antiguo encargado de producción de Google: "Tu teléfono en los 70 no tenía a 1000 ingenieros al otro lado que lo estaban rediseñando para ser más... persuasivo". Así, estas compañías que diseñan los teléfonos, pero también los programadores de apps como Snapchat, Instagram y WhatsApp están haciendo estos dispositivos más y más adictivos para que los niños simplemente no puedan dejarlas de lado. Recogen cantidades ingentes de información sobre gustos individuales y grupales que usan para manipular a la gente, incluidos los niños.

Pone a continuación el ejemplo de 'Dopamine Labs' (unos laboratorios que aparecieron y desarrollaron un código para mantenernos enganchados a las apps), los cuales crearon una app para retrasar 12 segundos la apertura de cualquier red social y animar así a la gente a no perder el tiempo. La AppStore decidió no permitir que se publicara. 

Este uso excesivo de los dispositivos digitales (smartphones, iPads, Play Stations, consolas...) tiene efectos en los alumnos muy importantes. A nivel académico, reducen la capacidad de concentración, fundamental para el aprendizaje. Pone el ejemplo de como estos afectan a la memoria de trabajo. Un alumno que estudia un tema, que hace unos deberes o unos cálculos y, a la vez, recibe notificaciones en el WhatsApp de clase, juega a un videojuego o escucha música, no puede concentrarse en aquello que hace, sobrestimulando su memoria de trabajo y evitando que aquel aprendizaje llegue a la memoria a largo plazo. Explica como muchos padres no entienden que sus hijos saquen malas notas cuando se pasan horas sentados con los libros delante; no son conscientes de esto, de que la multitarea hace que esas horas que pasan sentados con el libro del colegio delante, pero también con el smartphone, con el ordenador... no sirvan para nada.

El mal uso perjudica el rendimiento académico, pero arruina también las relaciones personales: Hurst destaca como el 90% de los problemas entre alumnos le vienen por el uso de los smartphones. Un ejemplo que pone es el de los grupos de WhatsApp de clase, con 30, 40 personas (algunas que no forman parte del grupo, desconocidos... ). Cualquier discusión entre adolescentes, broma, abuso... puede acabar en un grupo de WhatsApp que lo magnifica y destroza al alumno afectado. No solo eso: ve también cómo cada vez hay menos contacto personal real entre amigos. Al revés de lo que pueda parecer, tener smartphone no conecta al adolescente más con sus iguales y gente de su edad, sino que lo aísla. Otro tema es el contacto con desconocidos: una cosa que ve es que prácticamente todo alumno con redes sociales habrá hablado en alguna ocasión con desconocidos (con los peligros que esto tiene).

¿Y qué hace Michaela? Michaela tiene, en primer lugar, unas normas muy claras sobre el móvil. Se pueden consultar en su web. Los smartphones están prohibidos: no pueden llevarse al centro y no pueden usarse. Si alguno lo llevara y, por lo que sea, lo usase o sonara, es confiscado y es devuelto al final del trimestre (y si se retira a final de trimestre, marcan un mínimo de 16 semanas para que los alumnos estén sin él).

Pero no solo esto, en Michaela tienen claro que es una batalla complicada, ya que depende de las familias, pero llevan a cabo diversas iniciativas para combatir esa adicción a la tecnología. Estas son algunas:

- Animan a los padres desde que llegan al centro a que no le compren un móvil a su hijo en ningún caso. Les comentan que su hijo no debería de tener un teléfono móvil hasta los 18 y, quizás, entonces, un smartphone. La misma Katherine Birbalsingh se lo comenta a los padres de Year 6 (6º de primaria) que llegan al centro: "No deis a vuestros hijos un smartphone" y todo el claustro va en la misma línea. Insistiendo, han reducido de un 56% a un 30% los alumnos con smartphone en Year 6.

- Hacen reuniones de 'Digital detox = desintoxicación digital', en las cuales la directora les describe los diversos problemas que genera el uso de los smartphones (los comentados antes) y ponen ejemplos de casos reales de alumnos y familias que han mejorado gracias a ser capaces de dejar atrás la adicción.

- No solo esto; en muchos casos la excusa de las familias para no dejar el smartphone es la preocupación por la seguridad del hijo. Les animan entonces a comprar un 'brick phone' (un móvil sin internet, que solo permite llamadas, de los antiguos). En la tienda del colegio los venden por 9,99 libras (les cuestan 14) porque quieren animar a los padres y alumnos a que den pasos en dejar la adicción. Los alumnos que renuncian al smartphone y optan por el 'brick phone' mejoran, sin excepciones, tanto a nivel académico como personal.

- En conversaciones personales con los alumnos que tienen smartphone, les animan a ponerse límites de tiempo de uso, cada vez más reducidos. Se lo plantean como reto, cuando tienen exámenes... algunos lo consiguen y los resultados son muy buenos.

- 'Digital drop off': en el colegio han comprado una caja de seguridad en la cual animan a los alumnos a dejar los móviles voluntariamente. Unos días, unas semanas, durante los períodos de exámenes... Implican también a las familias. Algunos alumnos consiguen darse cuenta de su adicción y se comprometen a dejarlo durante el período establecido.

- 'Blocking distraction clinic': otra de las iniciativas que hacen es hacer un taller con familias en el cual enseñan a los padres a bloquear las distracciones del smartphone de sus hijos. Les enseñan a poner filtros, las Apps de redes sociales que hay que bloquear o eliminar, cómo limitar el tiempo de pantalla...

Como se ve, las medidas que toman son a diversos niveles y siempre orientadas a reducir y conseguir que sean cada vez más los alumnos sin una adicción a las pantallas que cada día es más grande y que se convertirá en un motivo de preocupación en los próximos años. En próximos posts del blog espero comentar otros capítulos interesantes del libro.

Bibliografía:

Michaela. The Power of Culture. Edited by Katharine Birbalsingh. John Catt Educational Ltd.

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